Columna


El derecho a ser

SAIA VERGARA JAIME

08 de marzo de 2021 12:00 AM

A lo largo de la historia, la mujer ha padecido distintas formas de discriminación a causa de su género y por sus elecciones vitales: por dedicarse a la vida intelectual en vez de consagrarse al hogar; por cambiar de sexo, pareja o estado civil; por decidir no ser madre o ser madre soltera, polígama, trabajadora sexual; por no acogerse al canon moral o estético; en suma, por no adaptarse o por rebelarse frente a un sistema que la reprime de múltiples maneras.

Elegir ser ha significado para las mujeres cisgénero (aquellas cuya biología coincide con su identidad de género) y las no binarias (quienes no se sienten representadas con lo masculino/femenino) una batalla continua –para unas más encarnada que para otras–. La discriminación ha sido el vehículo para reprimir y combatir la autenticidad de aquellas que han peleado por la igualdad de derechos, el reconocimiento de sus aportes o la celebración de la diversidad.

Lo que ahora empezamos a percibir como ‘normal’ –votar, estudiar, ser soltera o separada, elegir no ser madre– ha implicado siglos de conquistas fraguadas en reuniones clandestinas, protestas y pequeñas revoluciones en el ámbito de lo privado y lo público. También ha supuesto un inmenso riesgo que, en muchos casos, ha terminado trágicamente: desde la excepcional matemática y filósofa, Hipatia de Alejandría (355 - 415 d.C.), que, hasta donde se sabe fue desollada por una turba de cristianos, hasta Malala Yousafzai (1997), víctima de un atentado talibán por reclamar el derecho de las niñas a estudiar. Cada tortura o asesinato ha aumentado el dolor colectivo, pero también la conciencia. Hoy sabemos que la ‘normalidad’ exige poder vivir vidas dignas y libres de violencias, sin importar las elecciones que hagamos.

Pero en pleno siglo XXI, a pesar del sacrificio de las que nos precedieron, sigue estando todo por hacer. Según COHDES, entre enero y septiembre de 2020, en Colombia fueron asesinadas 630 mujeres. “De estas, 67 eran menores de edad. Hay casi 20 mil denuncias de violencia intrafamiliar hacia las mujeres; 59 lideresas sociales han sido agredidas; 1.258 mujeres han desaparecido y más de 13 mil mujeres han recibido algún tipo de amenaza”. Y se han reportado “9.600 delitos sexuales contra niñas y adolescentes”.

Las mujeres –cualquiera que sea nuestra identidad de género– tenemos derecho a vivir sin miedo, a caminar por la calle sin ser acosadas, a estar en paz en nuestras casas, a decir que “no” sin que ello suponga un riesgo. El mejor regalo que nos pueden hacer los hombres este 8 de marzo es comprender que sin ellos, sin su participación activa, tomará siglos y muchas vidas más alcanzar la igualdad de derechos, que es lo que reivindica el feminismo.

*Artivista cartagenera, historiadora y directora del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena.

*Directora del IPCC.

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