Columna


El fantasma del racionamiento

AMYLKAR D. ACOSTA M.

19 de marzo de 2023 12:00 AM

El lunes 2 de marzo de 1992, el expresidente César Gaviria decretó el racionamiento en la prestación del servicio público de energía eléctrica en todo el territorio nacional, la cual se prolongó hasta el 5 de febrero de 1993. Como una medida complementaria y con el propósito de ahorrar energía se adelantaron en una hora las manecillas del reloj y de esta manera aprovechar la luz solar, reduciendo el consumo de energía. Esta medida estuvo en vigor desde el 28 de abril de 1992 hasta el 5 de febrero de 1993.

Una y otra medida de emergencia se tomaron para poder sortear el déficit en la capacidad de suministro de energía por parte de los generadores, el cual tuvo múltiples causas que lo precipitaron. Las tarifas de la energía se administraban más con criterio político que con criterio técnico, no respondían a la suficiencia financiera y a los costos eficientes en que incurrían las empresas que prestaban el servicio.

Adicionalmente, hizo carrera entre la tecnocracia el aserto de que el sector eléctrico estaba sobreinstalado, dado que su capacidad instalada de generación era más que suficiente para garantizar la prestación del servicio de energía sin interrupciones. Pero resulta que el 78% de la misma dependía de la hidrología, tornándola muy vulnerable frente a los embates del cambio climático. También contribuyó al déficit en el abastecimiento de energía el atraso y los sobrecostos de proyectos tan claves para asegurarlo como el de El Guavio. De manera que cuando se desató el fenómeno del Niño, el sistema no estaba en condiciones de garantizar la prestación del servicio; tanto más en cuanto que el nivel consolidado de los embalses de las hidroeléctricas era del 28%. Este fue el detonante de la crisis a la que se vio abocado el sector eléctrico.

Fue una dura prueba para el país, de la cual quedaron varias lecciones aprendidas. Primera, en lugar del criterio de mínimo costo a la hora de definir la prioridad en la ejecución del plan de expansión eléctrico debe primar el de mínimo riesgo, que es el que garantiza la confiabilidad y firmeza del sistema. Y de allí la importancia de diversificar la matriz robusteciendo el componente térmico de generación. Segunda, que la energía más costosa es aquella de la que no se dispone en el momento justo en que se requiere.

Finalmente, para garantizar la sostenibilidad del sistema y espantar el fantasma de un nuevo racionamiento se requería contar con un órgano de regulación que fijara las reglas de juego y otro que velara por su cumplimiento. Estas lecciones aprendidas fueron la base para la expedición de las leyes 142 y 143 de 1994, que son gemelas.

*Miembro de Número de la ACCE.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS