Columna


El Gran Escape

“Muero por saber cómo termina esta historia de desamor, fuga y conflictos familiares. Insisto, deben estar los productores de Netflix atentos”.

DIANA P. NAVARRO G.

19 de octubre de 2019 12:00 AM

No veo la hora de que salga la fuga de Aida Merlano en Netflix. Será épico.

Yo culpo a Hollywood de darle tanta importancia y romantizar la fuga de Aida Merlano. Hemos pasado la vida viendo (y haciendo fuerza) que personajes ficticios se escapen de las cárceles, se roben un cuadro o joyas preciadas, y enamorándonos de las historias de esos personajes que realizan todos estos delitos, como aquel ladrón empedernido que se enamora de la agente que lo busca. De la fuga de Aida solo hemos podido ver el video que anda rodando por las redes, donde a pesar de no escuchar, de lo poco que se ve y sin entender qué hacia una cámara tan estratégicamente puesta dentro del consultorio del odontólogo, me llena de la misma emoción que lo hacen esas películas que tanto me han gustado de Hollywood. Pensar que esta señora, que no puede ser muy ágil, sale por una diminuta ventana, con cartera en hombro (porque primero muerta que desprestigiada), cae aparatosamente al suelo, se levante y se escapa con un hombre en moto que la esperaba atento justo en el momento que debía estar. Como si alguien, con un celular desde el consultorio, le estuviese avisando. No me parece una simple fuga, esto es material de película de Hollywood.

Increíble además que todo esto haya sucedido bajo las narices del Inpec. Lo pone a uno a dudar sobre quién tiene en sus manos la seguridad de este país, pero en la realidad, es que eso era de esperarse. Tal cual sucede en las películas. Siempre es el guardia que se duerme o se distrae simplemente. A pesar de que era la movida obvia, claramente es inaceptable y generó una serie de descontentos y descabezamientos justos y necesarios.

Pero lo que más me trama de esta historia de película, es el rol que juega la hija de Aida en todo este proceso. Estoy mordiéndome los dedos esperando el desenlace. Podría ser propio de final de temporada. Estamos viendo a una joven que se encontraba dentro del consultorio con su madre, se despide, la vemos hablando por teléfono (no sabemos con quién ni de qué), pero insiste en que no sabia nada de la fuga. Y si sabe algo, se ampara de los derechos constitucionales que le permiten no tener que denunciar a su madre así supiera. Todo esto es entendible. Quizás si le hubiesen puesto la misma seguridad de la hija de Aida a su madre (o a Santrich), la historia sería diferente. Podríamos estar hablando de intentos de fuga fallidos; pero no, aquí solamente fue cuando el ego estaba demasiado lastimado, burlados, insultados que decidieron utilizar toda la fuerza y seguridad para llevarse a la hija de Aida.

Si la hija de Aida es cómplice o no de la fuga de su madre, no lo vamos a saber por ahora. Sí me causa curiosidad el hecho de que ella estaba ahí viendo, hablando con ella, escribiendo por su celular. ¿Podría ser ella quien estaba avisándole al de la moto? Ella, a pesar de no saber nada de este elaborado plan, paralelo a toda la preparación, decide rendirle homenaje a su madre y se cambia el look y el nombre.

*Abogada.

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