Columna


El predial

JORGE RUMIÉ

03 de febrero de 2023 12:00 AM

El alcalde Dau, en su reciente entrevista al Canal Cartagena, la saca del estadio sin siquiera sonrojarse. A la pregunta del periodista: “¿Qué piensa usted de los ciudadanos que están decepcionados con su labor como alcalde de la ciudad?”. El hombre responde: “Yo nunca prometí obras, yo lo que prometí fue acabar con la corrupción”. Alcalde, perdón, pero lo dicho por usted es un acto de corrupción, también. Usted nunca dijo en su campaña que venía solo a cuidar nuestro dinero. La honestidad es una condición “sine qua non” de cualquier cargo. Los alcaldes tienen que ejecutar. Estamos sumando otros 4 años de aplazar obras y necesidades...

Me disculpo, estimado lector, pero debo cambiar de tema en este preciso instante... resulta que he perdido mi concentración por culpa de una mosca gigante que ha ingresado en la habitación, con el mismo ímpetu que puede tener un cucarrón con complejo de “kamikazes japonés” y que ha rozado mi cabeza a tal velocidad que he quedado medio zurumbático y despeinado, como cuando enfrentas a la mismísima Shakira en una noche de despecho. En otras palabras: o yo salgo con vida de la habitación o la mosca, pero es imposible que ambos podamos compartir el mismo lugar. Esto tiene que resolverse. Debo entregar mi columna en media hora.

Así las cosas, el duelo quedó planteado. En una esquina, una mosca con las dimensiones de un “colibrí en luto”, por aquello de su negrura inmaculada. En la otra esquina, el suscrito armado con una “escopeta de agua a presión”, la misma que usé hace años en las batallas campales con mi hijo. De pronto, en el preciso instante en que voy a apretar el gatillo, el “cucarrón” se ríe a carcajadas y noto que es un “dron, tipo insecto de espionaje”, de los mismos que usa la CIA en sus operaciones encubiertas. En ese momento, el aparato me proyecta en la pared el avalúo catastral y el nuevo predial que debo pagar por la casa. Sorprendido y enardecido, le digo: “Mosca de m... ¿de qué te ríes? ¿Cuál es la gracia?”. Ella, dando aleteos alegrones, intenta hablar, pero cae en el piso con sus pilas agotadas. Sin pensarlo, le pego una patada al mejor estilo del legendario “Rivelino” y el insecto metálico, con su avalúo y con su predial, quedaron estampillados en la pared al costado de mi indignación ciudadana.

Resulta increíble que la misma administración que ha reconocido públicamente su incapacidad de ejecutar las obras que a gritos le piden sus ciudadanos, venga ahora – con total desvergüenza – a incrementar exponencialmente el predial de los mismos ciudadanos quienes desde hace 15 años vienen padeciendo el deterioro frenético de su ciudad.

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