Columna


El silencio de los fusiles

RAFAEL VERGARA NAVARRO

04 de marzo de 2017 12:00 AM

Los astros se alinearon en Cartagena el 1 de marzo. El día que se inició el proceso de dejación de armas de las FARC se inauguró nuestro 57 Festival de Cine FICCI con el documental de Natalia Orozco, cuyo título da su nombre a esta columna. En un país polarizado, un film cofinanciado por RCN sobre la historia del proceso de reconciliación despertaba curiosidad y prevención a quienes nos reunimos en un Centro de Convenciones a reventar.

Con aplaudido discurso presidencial, dignatarios y delegados extranjeros, la pléyade de quienes hacen cine y los que vamos a verlo, disfrutamos y aclamamos la excelente opera prima de una directora colombiana. 

Realizar un documental de 120 minutos es un reto que pudieron superar por el excelente esfuerzo investigativo y de edición, hilvanando y estructurando con respeto la historia del proceso de paz.

“Cada imagen que elegíamos – comentó Natalia- era una decisión ética” y se comprueba en el equilibrio ejemplar al revivir un archivo clave y lograr en equipo la selección rigurosa de apartes de horas grabadas, la confrontación de las opiniones sin sesgos ni manipulación. Conducido por su imparcial voz, sin concesiones y con independencia es la realidad la que habla. Los detractores de los actores y el proceso también participan, lo que despertó el rechazo del auditorio.

Con Humberto De la Calle y Pastor Alape en la rueda de prensa el día 2 en el Centro de Formación de la Cooperación Española, felicité a la novel directora por el equilibrio creativo, su “objetividad-subjetiva”: el difícil esfuerzo de, sin ser neutra, no tomar partido. Diáfana, explicó que “al editar hubo discusión y decisiones de equipo, en especial con Etenne Boussac”. Me quedó claro que en una obra de esta dimensión y complejidad no hubo guión previo, se estructuró al ritmo del proceso.

Sin prevenciones, Alape, jocoso, contó que temían más a los micrófonos de RCN que a los helicópteros, de allí que al abrirse a Natalia condicionaron que el documental no se viera hasta firmada la paz. Pregunté a De la Calle y a Alape cómo fluyó la confianza que muestra el documental y coincidieron en que la agenda para el fin del conflicto abrió el camino. Hubo acuerdo en que la clave para apagar la guerra era lo rural y que “el eslabón de la violencia viene del campo, de los 8 millones desplazados que malviven en las ciudades, lo que no quiere ver un sector miope de la sociedad”, afirmó de la Calle.

Los diagnósticos armónicos abrían otras coincidencias y los facilitadores ayudaban a destrabar. “En la mesa no era tanto la paz sino cómo parar la guerra y abrir nuevos horizontes para que la sociedad participe sin el miedo a que la exterminen” dijo Alape.

De la Calle remató: “lo ético fue negociar, vergonzoso hubiera sido perpetuar el dolor de los colombianos”. El Silencio de los Fusiles es resultado, memoria y valioso aporte a la construcción del mañana.

*Abogado ambientalista y comunicador.

rvergaran@yahoo.com

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