Columna


El último Periódico de Ayer

ALBERTO ABELLO VIVES

18 de marzo de 2017 12:00 AM

Primero fue la incertidumbre. No había la certeza de que unas opiniones personales pudiesen interesar a alguien. También hubo dudas sobre las capacidades propias, la disciplina, la calidad y el rigor para aceptar un compromiso con este diario. Las preocupaciones aumentaron cuando se confirmó que esta columna iría al lado de 

Roberto Burgos Cantor y Óscar Collazos, admirados escritores y amigos. Al principio, cada quince días, compartiendo espacio con el ex ministro Rodolfo Segovia; y luego, de la triste desaparición de Collazos, Periódico de Ayer recibió el espacio y la periodicidad de Sal y Picante.

Pero, además, ¿sobre qué escribir?, y ¿cómo hacerlo? La consideración de intentar centrar las opiniones en pocos temas, negando cualquier posibilidad de convertir estos centímetros de papel en bocina para el ego, se impuso. Existía la certeza, recordando a Lavoe, de lo efímero, cuando nada de lo escrito bajo este formato perdura, “que nadie más procura ya leer el comentario que nació en la madrugada”, para ser pronto “en la tarde materia olvidada”. De ahí salió el título de esta columna que también sirvió para comentar esos “periódicos de ayer”, que llegan cada día a nuestra intimidad, con tanto material para opinar.

Hubo claridad de que en una sociedad donde no es aceptada la crítica, y teniéndole alta estima a ella como valor para la evolución social, no podría un espacio de opinión soslayar los graves problemas de la ciudad, la pobreza de sus gentes, las desigualdades sociales y los delicados asuntos raciales. Durante los varios años de esta columna, Cartagena fue el objeto central de las opiniones, la cultura el leitmotiv y el Caribe el contexto de referencia. Los análisis fueron inspirados en concepciones contemporáneas sobre el poder transformador de la cultura y las artes y sobre la generación de capacidades endógenas requeridas para el progreso social.

Finalmente, la mano se calentó y aprendió el oficio. No pasar los dos mil trescientos ochenta caracteres sin espacio fue una camisa de fuerza, que obligó a tejer una filigrana cada semana. Fue el aprendizaje que se agradece.

Ahora, llegó el momento de despedirse. Las noticias informan que el autor de los Periódicos de Ayer ha sido honrado con el encargo de una misión por parte del Banco de la República en otra ciudad y, por lo tanto, no disfrutará en la cotidianidad de lo que los hizo posibles: palpar día a día los latidos de una ciudad asimétrica y fragmentada y entrar en contacto directo con su gente.

Colmado de agradecimientos con El Universal y los fieles lectores, esta columna se cierra hoy con la certeza de que ésta ya será mañana una sección más del periódico de ayer. Por lo pronto me llevo en las sandalias la arena cartagenera que he pisado durante 36 buenos años. ¡Hasta luego!

albertoabellovives@gmail.com

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