Columna


Enseñanzas del maestro

“Se cumplen cinco años de la partida del mejor abogado que mi memoria tenga conocimiento: Héctor Hernández Ayazo”.

ENRIQUE DEL RÍO GONZÁLEZ

06 de julio de 2019 12:00 AM

Se cumplen cinco años de la triste partida del mejor abogado que mi memoria tenga conocimiento. Héctor Hernández Ayazo, hombre honesto, estudioso, responsable, crítico, ponderado y humilde; los calificativos enaltecedores siempre serán insuficientes para describir a tan connotado maestro. Él siempre fue consciente que la única oportunidad para alcanzar el éxito es la educación responsable, siendo esta, en su opinión, el insuperable instrumento de cambio en los escenarios no solo políticos, económicos y sociales sino también en los espirituales.

Por esa razón sus esfuerzos en el ejercicio de la docencia, al que dedicó casi toda su vida, preocupándose por formar amantes de la ciencia del Derecho con alto sentido de la ética, lo hicieron caracterizarse como un profesor exigente que motivó a grandes juristas que le sobreviven.

A pesar de su edad, asumió y se adaptó a los retos de la tecnología, aplicándola en su vida profesional y docente. En mi opinión, fueron esos avances los que originaron su retiro de la instrucción académica. Las distracciones de la vida moderna hacen que construir conocimiento en las aulas sea una misión maratónica, cautivar la atención de los discentes no es fácil, la lucha es contra monstruos rapaces de la concentración, el Instagram, WhatsApp, Facebook, Netflix, las innumerables fiestas e incluso las drogas y el alcohol, los que, asociados con la inmadurez de la edad logran en muchos casos ganar la batalla; sin duda esos devaneos mentales motivaron la gran huida del maestro de las aulas de clases, de eso fui testigo directo cuando lo acompañé en la dirección de una de las escuelas de Derecho de la ciudad.

En un reciente compromiso académico tuve la oportunidad de conocer las universidades más importantes de occidente, la de Bolonia, primera en nacer (1088), y la de Salamanca, principal hispánica (1218) de cuya fama se extrajo el reconocido adagio, citado reiteradamente por el difunto Héctor Hernández: "Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta" el cual cobra vigencia, no en sentido discriminatorio, sí entendiéndola como la realidad inexorable que, quien no quiere formarse responsablemente, no lo hará, incluso, con mentores de los inigualables quilates que hoy descansan en oriente eterno.

El mejor de los maestros perdió la batalla, se retiró por su avanzada edad, la cual contrastaba con el desdén de los alumnos modernos. Pocos años después, murió, un día como hoy, en el que sus discípulos tenemos que honrar su memoria y superar a toda costa los obstáculos imperantes convirtiéndolos en aliados, y, que sea una realidad el proceso de formación que garantice una educación integral, tal como él lo anheló.

*Abogado

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