Columna


Es la economía, estúpido

RAFAEL NIETO LOAIZA

22 de octubre de 2017 12:00 AM

Entre los varios temas que estarán en la agenda de la opinión pública y que influirán en la intención de voto, quizás el más relevante será la economía porque todas las cifras básicas están muy deterioradas o son francamente malas.

La economía creció en el primer semestre de este año apenas un raquítico 1,2%. Miente descaradamente el MinHacienda al afirmar que en el año completo Colombia crecerá al 2%. Él sabe muy bien que no hay posibilidad de que en este segundo semestre crezcamos al 2,8%. En la mejor hipótesis lo haremos al 2%, y tendremos que darnos por bien servidos si alcanzamos un 1,6% consolidado en 2017. Si nuestro país no crece a un mínimo de 4% anual, no disminuyen el desempleo ni la pobreza. Como era inevitable, ambos índices se deterioraron este semestre, aunque aún de forma leve.

Otras cifras son también malas. La deuda externa es ya de USD123 mil millones, casi el 54% del PIB. De ellos 73 mil millones son deuda del Gobierno y lo demás corresponde al sector privado. Las exportaciones no repuntan y solo el 20% son de productos de valor agregado, el resto son materias primas, lo que demuestra que no hemos desarrollado una producción competitiva de productos de manufactura e industriales. No es casualidad que en el último trimestre el PIB industrial esté en negativo y que, en el año corrido, si se quita a Reficar, la industria esté en recesión con casi todas sus cifras sectoriales en rojo.   

Muy mala señal es que ocurra cuando el dólar ronda los tres mil pesos, muchísimo más favorable para exportar que en los años de auge de la producción petrolera y de carbón, bonanza que, por cierto, despilfarró Santos. Algo anda muy mal en la economía si, a pesar de la mucho mejor tasa de cambio, las exportaciones no repuntan. Parece claro que no somos competitivos, más allá del discurso contra la explotación de hidrocarburos y minerales por el supuesto efecto de síndrome de economía holandesa. 

Aunque las razones de la falta de competitividad son varias, hay una especialmente relevante: la carga tributaria es excesiva. El 19% de IVA es el más alto del Continente y en muchas industrias las tasas de tributación son del 60% al 72% efectivo, unas de las más altas del mundo, según Justicia Tributaria, a quien no se le puede acusar de antigobiernista. Tales tasas son cuasiconfiscatorias y excesivas para una economía competitiva. Es indispensable bajar los impuestos para devolverle capacidad de consumo y de ahorro a la clase más desfavorecida y a la clase media, y para estimular al sector privado. Esa reforma tributaria debe ser integral y debe simplificar y reducir el número de impuestos (más de setenta, entre nacionales, departamentales y municipales) y el calendario tributario.

Sé bien que esto no es posible si al mismo tiempo no contenemos el derroche y el despilfarro, y volvemos a un Estado austero y eficiente, luchamos contra la corrupción, atacamos la evasión y la elusión, y, por encima de todo, disminuimos la informalidad. Solo así es posible hoy bajar los impuestos sin poner en riesgo la nota de las calificadoras de riesgo internacionales.

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