Columna


Espantapájaros

“Treinta años después de aquel pálpito que me inspiraron sus Carae´palo, cuanto logro avizorar en Lambraño es el perfeccionamiento cualitativo que ha alcanzado este artista (...)”

CRISTO GARCÍA TAPIA

06 de diciembre de 2018 12:00 AM

Es en la formación y el aprendizaje continuos, en la ilustración y formalización académica, en la investigación metódica de la historia del arte, de sus actores principales, entre los tantos empeños que deben convocar la creatividad y potencialidades del artista plástico, la fuente en la cual hay que buscar para encontrar suficientemente convalidados los progresos, el éxito y la trascendencia de Plinio Lambraño Flórez, pintor y escultor sucreño, en el ámbito de la plástica contemporánea del Caribe colombiano.

En la permanente y juiciosa exploración, derivaciones, variantes y aplicación de nuevas visiones y conceptos susceptibles de figurar formas, movimiento, poesía, tonalidades cromáticas y contenidos que, en su conjunto y unidad dan en la obra de arte imaginada, radica la dinámica creativa de este artista que, de los Carae´palo que en sus inicios irrumpieron renovadoramente en la plástica sucreña, ha devenido tras largo, comprometido y madurado proceso de universalización, creatividad e investigación, en los Espantapájaros, una inspiración igualmente renovadora a la vez que reafirmativa de lo popular - mítico en nuestra plástica expresionista.

Con los Espantapájaros, un ejercicio de investigación teórica y consumado trabajo de campo, Plinio Lambraño altera, distorsiona y enriquece el prevaleciente aún, e impone, estética y conceptualmente, un nuevo canon en el arte sucreño que dará en perturbar y llenar de nuevas expresiones y visiones el concepto clásico, inmóvil y ya vacío, sobre el cual ha andado este.

Tal como ocurrió en los Carae´palo, ruptura del concepto cuerpo humano predominante griego y europeo, es desde la simbología y la representación mítica vehemente en los Espantapájaros, desde donde en toda su intención y totalizante dimensión podemos advertir más fluida, sólida y en dialéctica fermentación creativa, la voluntad superior de Lambraño de rescatar y presentar para la contemporaneidad un arte local múltiple en las expresiones, símbolos, haceres, pensares y sentires, de nuestro ancestro aborigen y su significante levadura multiétnica.

Treinta años después de aquel pálpito que me inspiraron sus Carae´palo, cuanto logro avizorar en Lambraño es el perfeccionamiento cualitativo que ha alcanzado este artista tan esencialmente telúrico y local, en cuya “propuesta de hibridación pictórica” simbólico – abstracta, Espantapájaros, “hay una luz que ilumina”, e irradia en el paisaje de la pintura y el arte del Caribe.

Es un artista que avanza, crece, diversifica, intuye, poetiza, figura, trasciende, aprende, investiga, experimenta, transforma, renueva, imagina, expresa, abstrae, aprehende, experimenta, mide, calcula, suma, multiplica, eleva. En suma, un pintor que crea.

*Poeta

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