Las celebraciones del 31 de diciembre datan desde hace 4000 años. Fue en Babilonia, hoy Irak, donde comenzaron las fiestas alrededor de 2000 a. C. Solo hasta hace 400 años se iniciaron en los países occidentales. Esas festividades varían de una cultura a otra, por ello las costumbres son diferentes; mencionaremos algunas.
En Alemania, se funden pedazos pequeños de plomo en una cuchara sobre una vela encendida. El plomo derretido se vierte en agua fría. Se endurece y se forman figuras que predicen el futuro. Una figura con forma de corazón o de anillo, por ejemplo, vaticinan una boda.
En España, de sus exquisitos viñedos, tienen por costumbre comer doce uvas a medianoche del 31 de diciembre, traerá doce meses de felicidad.
En Japón, antes del día de la celebración, es necesario limpiar las casas por dentro y por fuera. En la víspera de Año Nuevo, a medianoche, un monje hace sonar un gong en un altar local como símbolo del perdón por los errores del año que se va.
En los Países Bajos, para purgar el año anterior y darle la bienvenida al Año Nuevo, los holandeses salen a las calles la noche del 31, llevan a cabo hogueras públicas para quemar los árboles de Navidad.
En Escocia, los primeros pasos de la gente es visitar a sus vecinos después de la medianoche para desearles un feliz año. Se considera que trae buena suerte si la primera persona que entra en tu casa es un hombre alto, moreno y apuesto.
En Grecia, se cocina una tarta con una moneda de oro o de plata dentro. La persona a la que le toca la porción con la moneda, tendrá suerte durante el resto del año.
Y como de costumbres se trata, mi Villanueva no se quedó atrás. El 31 quedó como el día del bígamo fallido. Los tiros de escopeta le salieron por la culata al campesino Francisco Villarreal. Le dijo a la esposa que estaba hastiado de los 31, de sus ruidos y borracheras colectivas y que, por ello, a las 2 p. m. se iría para su roza y vendría el primero en la tarde. Toda una estrategia para recibir el Año Nuevo con la otra en las afueras del pueblo.
Su señora, con el esmero de cónyuge condescendiente y amorosa, le preparó la mochila con buena comida, y en vez de una como solicitó, le acomodó dos botellas de ron blanco y un paquete de cubitas 08. Antes que Francisco regresara le llegaron con el chisme a su mujer, que estaba ebrio cuando llegó el Año Nuevo, que fue la nota en el sector haciendo disparos al aire.
Como era de esperarse, cuando supuestamente regresaba del rancho de su roza, la mujer lo increpó: “Bonito, con que te fuiste para el monte, sinvergüenza, estabas donde la zorra esa pasándote el 31”. Ahí mismo dio un giro de 180 grados y gritó: “Ah sí, por dejarte llevar de los cuentos, ahora me voy a pasar el 32 también”.
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