Columna


Frontera y democracia

FRANCISCO SANTOS CALDERÓN

08 de junio de 2013 12:00 AM

FRANCISCO SANTOS CALDERÓN

08 de junio de 2013 12:00 AM

El histórico abandono de nuestras fronteras es una deuda que la nación debe pagar. Colombia debería tener un plan estratégico fronterizo, una mezcla de seguridad, desarrollo económico y social e infraestructura, que aproveche las ventajas competitivas frente a las economías vecinas, un gana gana que genere estabilidad a largo plazo en esas fronteras vivas.
Hoy, además de la debilidad estructural del país, las diferencias ideológicas y políticas, sumadas a un manejo económico poco ortodoxo de dos de los vecinos más importantes, dejó como víctima la estabilidad y el desarrollo económico de la frontera, con grave impacto social. La reciente devaluación del bolívar y la inacción del gobierno tienen a la frontera con Venezuela en una de sus peores crisis económicas. Ya nadie pasa a Colombia a comprar.
En ese difícil marco económico y político, haremos el jueves en Cúcuta el primer encuentro binacional por la democracia y la libertad, con importantes representantes de la oposición venezolana. La razón: apoyar a Henrique Capriles y a los venezolanos que luchan por preservar la democracia que se muere en la ilegitimidad de un gobernante que se robó las elecciones. 
Algunos amigos me advirtieron de una lectura distinta a ese evento de solidaridad democrática. Sectores de Norte de Santander, golpeados por la situación económica, pueden sentir que este acto sólo le mete más candela a unas relaciones tensas que el vecino usa para chantajear a Colombia con el comercio.
Mensaje entendido. Y en ese acto hay que ser solidarios con las fronteras abandonadas por este gobierno. Hay que enviar un mensaje de futuro, con planes agresivos de integrar las fronteras al corazón del país. Hay que terminar la doble calzada Cúcuta-Bucaramanga y hacer la doble calzada Cúcuta-Tibú-La Mata, para sacar el carbón de una de las zonas más ricas del país, embotellada sin vías.
A nuestros departamentos fronterizos con Venezuela les espera una década de sufrimiento que depende de la implosión económica del vecino. La crisis económica estructural del Socialismo del siglo XXI va para largo. Así se dé un cambio democrático, reconstruir tomará décadas de buen gobierno.
No se ve un cambio en ese sentido y sí una radicalización política y económica de la que las Farc y otros grupos ilegales armados sacarán ventaja. Hay un panorama negro, que sumado a la parálisis de la administración Santos, tiende a empeorar.
Esas son las verdaderas razones de la crisis económica en la frontera. Un evento democrático no cambiará para bien o para mal la situación. Lo que sí definitivamente puede prolongar la crisis por décadas es la inacción de Colombia, que permita la consolidación de un fraude electoral y de un modelo que destruye lo que toca. Por eso es que el evento de este jueves es importante y debe hacerse.

fsantosrcn@gmail.com

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