Al parecer se augura un buen futuro para el Galeón Señor San José (GSSJ). Esta afirmación se fundamenta en la conducción que le da al asunto la doctora Marta Lucía Ramírez, primera mujer en ser vicepresidente de la República de Colombia. El pasado 25 de octubre, a las 2:30 de la tarde, hubo una interesante reunión en la sede de su despacho, a la cual asistieron representantes de la academia, integrantes de la Red Universitaria de Patrimonio Cultural Sumergido, compuesta por los mayores especialistas de distintas universidades del país, entre otros invitados.
Durante la reunión se percibió con claridad que la trama jurídica que el gobierno pasado intentó contra el GSSJ está siendo revisada con lupa y sin pausa, lo que nos tranquiliza a todos. De haberse consumado el oscuro proyecto de APP, que pretende su destrucción durante la extracción, con el agravante de un doble expolio: mercantiliza sus piezas y las entrega a los cazatesoros por su precio al peso, como si de chatarra se tratara, sin mayores consideraciones por este singular pecio, el cual es, sin dudas, el mayor hallazgo de patrimonio cultural sumergido de la historia y el gobierno de Colombia no puede desconocer la exigencia moral y global, hecha en todos los tonos imaginables, de preservar este extraordinario documento histórico, que representa de forma única e irrepetible nada más y nada menos que el génesis de nuestra plurietnicidad y multiculturalidad.
Cuando los colombianos podamos apreciar en conjunto la colección del pecio del GSSJ en su propio museo, expuesto en su real majestad, respetado y honrado como el mayor referente de la memoria histórica de la Nación, cimentaremos con justificados motivos nuestra propia identidad y sentido de pertenencia.
Entonces, el GSSJ se develará como generador indiscutible de estos fundamentos culturales que tanto necesitamos para entender nuestro singular proceso de construcción como nación, y seremos orgullosos coexpositores de su valor histórico, científico y cultural. Todo esto actuará en favor de la especial coyuntura de Colombia en procura de su paz, reconciliación y adopción plena de los estándares de una sociedad civilizada.
Confiamos que el deber ser encontrará en la doctora Marta Lucía Ramírez su victoria, y que la unidad de la razón y la moral la seguirá asistiendo y distinguiendo como hasta hoy. En ella reconocemos conocimiento, honestidad, juicio, idoneidad, dignidad y autoridad pública.
No hay duda que por la ruta que avanza, nuestra excepcional vicepresidente conseguirá grabar también su nombre en la historia nacional y global, como protectora del patrimonio cultural sumergido de la nación colombiana, expuesto inmaculado ante la humanidad para su contemplación y admiración, sin el más mínimo oprobio o sospecha de cercenamiento, o de beneficios particulares.
Estamos ante la redacción de una página trascendental de nuestra historia, que estamos ansiosos de leer con prontitud.
*Historiador
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