A menos de 3 meses para decidir sobre los próximos dirigentes, la feria de candidaturas para definir la renovación de las autoridades locales se enciende. Cerradas las inscripciones, la Registraduría reporta para la Alcaldía de Cartagena 15 inscritos oficialmente. También da el parte para las demás corporaciones locales, reportando 200 candidatos para Concejo Municipal y la no sorprendente cifra de 341 inscritos para las JAL.
Y no sorprenden estas cifras, porque para nadie es un secreto que quien alcance un escaño en cualquiera de estas corporaciones, acceden a un botín codiciado, pues un cargo político para muchos, es la solución a los problemas laborales, económicos y personales.
Lo cierto es que, de esta avalancha de candidatos en el mercado electoral, a los ciudadanos nos toca elegir. Aunque no nos gusten, aunque le tengamos apatía, aunque sintamos que no dependemos de políticos; nos toca elegir. Y es que justamente aquí está el problema que nos agobia: La apatía electoral.
La indiferencia de los cartageneros por las últimas jornadas electorales, ha expresado todo el hastío hacia la política carroñera que nos ha sumido en la más absoluta desidia en los últimos años. Nos consume la pobreza, la inseguridad, el mal estado de las vías, el desempleo, la carestía por ser la ciudad turística insignia en Colombia. En fin, sabemos que la profunda crisis que nos aqueja, tiene mucho que ver con esa clase política que en los últimos años ha terminado envuelta en los sucesos de corrupción que todos conocemos.
Los hechos de corrupción alrededor de la elección del alcalde en Cartagena, dan explicación de las altas cifras de abstención hasta de un 77 por ciento. Lo cansada que está la gente de estos acontecimientos, fue lo que marcó la abstención en las pasadas elecciones atípicas en las que Antonio Quinto Guerra fue elegido con menos del 10 por ciento de los ciudadanos aptos para votar.
Y esto está pasando cada vez más. La apatía, el desasosiego, la indiferencia; están haciendo que pocos elijan por todos. Muy pocos ciudadanos del electorado habilitado votan. La apatía puede ser una expresión de molestia, pero es una oportunidad para los políticos corruptos, quienes ya tienen estas cifras y saben que movilizando a pocos pueden llegar al poder.
Aunque nuestro trabajo no dependa de los políticos, hay muchas otras cosas que si dependen de ellos. Las problemáticas que nos aquejan obedecen a la capacidad de gestión que tengan los que elegimos. No dejemos que el desinterés entregue nuestra voluntad representativa en manos impolutas, para no quejarnos cuando no haya nada que hacer, para no lamentarnos cuando ya la suerte esté echada.
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