El fútbol está de moda, sin duda es el deporte que más seguidores tiene y uno de los que más pasiones despierta. Es impresionante cómo desde muy temprana edad los niños y niñas desarrollan esta afición y cada vez son más los que aspiran a repetir los éxitos del Pibe Valderrama, de James o Falcao, por sólo mencionar algunos de los más importantes futbolistas en la historia de nuestro país.
En Cartagena y Bolívar el esfuerzo que se está haciendo por promover el deporte y específicamente el fútbol es muy importante. Al trabajo que se ha realizado por fortalecer y ayudar al Real Cartagena, se suma todo el esfuerzo que se ha puesto desde la Liga Departamental por mejorar en el 2019 la actividad futbolística lo que ha permitido que alrededor de 114 clubes y más de 490 equipos en las diferentes categorías puedan competir y mostrar lo mejor de sus técnicos y jugadores.
Las cifras de este deporte para el 2019 han superado las expectativas y hoy en día se calcula que los futbolistas en la ciudad superan los 9000 jugadores y que en provincia existan cerca de 2000 más. Cartagena y Bolívar se ha convertido en un gran semillero de jugadores, con representantes en los clubes profesionales y en múltiples escenarios del deporte colombiano.
Sin embargo, el fútbol también tiene su lado negativo, en muchos sitios la violencia asociada a este deporte ha puesto a más de uno a correr y desafortunadamente no son pocos los que han sido víctimas de la agresividad y peligrosidad de las barras bravas.
Ojalá en Cartagena esto nunca suceda y que las barras nunca se nos salgan de control como ha ocurrido en algunas capitales del país y del mundo. Sin embargo, preocupa que ya se están viendo manifestaciones de violencia en algunos escenarios donde los jugadores no superan los 10 años y la intolerancia de algunos técnicos y de los acompañantes de los jugadores hagan que se suspendan partidos por falta de garantías. Es pavoroso que un técnico irrespete a un arbitro en un partido amistoso y que además, algunas personas del publico amenacen con puñaladas al referee porque no están de acuerdo con las decisiones arbitrales.
Ese no es el ejemplo que deben recibir nuestros niños en ningún escenario de sus vidas, pero muchísimo menos en las canchas deportivas, que son espacios creados precisamente para el sano esparcimiento y para alejarlos de situaciones asociadas a violencia y todo lo que lleva implícito esta: alcoholismo, farmacodependencia y quien sabe cuántas otras cosas más.
Las canchas de fútbol son sagradas, no debemos permitir que nuestros niños se familiaricen con estas conductas casi delictivas, debemos tener en cuenta que sobre cualquier consideración, en el deporte: el respeto, la decencia, la sana competencia y el saber entender que es un juego y que por encima de quien gane o quien pierda lo importante es divertirse, debe ser la premisa superior al momento de querer participar en un partido de fútbol.
Nuestras canchas deben ser semilleros de deportistas y no de asesinos que apuñalan cuando no están de acuerdo, esa mezcla de goles y puñaladas es ajena a la gente buena de Cartagena y de Bolívar, no debe tener cabida en nuestro deporte y muchísimo menos en nuestros niños.
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