Columna


Guerra comercial entre piratas

MAURICIO CABRERA GALVIS

10 de junio de 2018 12:00 AM

Por estar tan atentos a las elecciones, ponemos poca atención a la economía mundial, y puede comenzar una guerra comercial por el confuso proteccionismo de Trump, que cada vez lo separa más de sus aliados y socios comerciales.

Esta guerra de Trump tiene tres aspectos: dejar el multilateralismo; proteger sectores particulares; y pelear por la propiedad intelectual y el control de la tecnología. Así Trump cree poder cumplir su promesa de campaña: “América (es decir EUA) primero”.

Por su unilateralismo se retiró de la Alianza Transpacífica, y de los acuerdos de París sobre el cambio climático y del acuerdo nuclear con Irán; además exigió unilateralmente renegociar el TLC con Canadá y México (NAFTA). Pero con incoherencia propuso que Rusia sea readmitida al G-7, grupo del cual fue excluida por invadir a Crimea.

Para demostrar su protección de empresas de donde votaron por él, anunció más aranceles a las importaciones de acero y aluminio, en contra de China pero también de sus aliados europeos, y de Canadá y México. Y para reducir el enorme déficit comercial con China, anunció aranceles a 50.000 millones de dólares de productos de ese país.

El tercer frente y trasfondo de la pelea con China, es por controlar la tecnología y por los derechos de propiedad intelectual. China logró su acelerado desarrollo económico violando todas las normas del libre comercio y, en particular, “apropiándose” de las tecnologías de las multinacionales que querían invertir allí, y que ahora ven que compañías chinas son sus principales competidoras.

EUA quiere exigir a China cumplir con las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), es decir que cesen la protección selectiva, subsidios a las empresas, créditos baratos, exigencias de compras domésticas y sobre todo, los requisitos de transferir tecnología, que consideran una piratería tecnológica.

Como decía el economista de Harvard, Dani Rodrik, estas exigencias son doble moral de los Estados Unidos, pues olvidan que lograron su desarrollo industrial en el siglo XIX robando tecnología a Inglaterra, la potencia industrial de la época, y restringiendo las importaciones que competían contra su industria doméstica.

Esta doble moral se conoce como la estrategia de “quitar la escalera”: los países desarrollados con proteccionismo y pirateando tecnología, prohiben que los países que vienen detrás usen las mismas estrategias, y les imponen liberalizar sus mercados. Subieron al segundo piso con la escalera que ahora les quieren quitar a otros.

Así lo hicieron en los noventa del siglo pasado con los préstamos del Banco Mundial y el FMI, condicionados a seguir el Consenso de Washington, y de forma más sutil en este siglo, a través de los TLC y los tratados de protección de inversión extranjera. Con China no lo pudieron hacer y la de ahora es una guerra entre piratas.

*Economista
 

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