Uno de los sectores económicos de mayor recuperación poscovid ha sido el turismo. De hecho se considera en el mundo como la tercera categoría de exportación más grande. Para el caso de Colombia, las más recientes estadísticas dadas por el Ministerio de Comercio Industria y Turismo denotan el impacto positivo y significativo para el comercio, la creación de empleo, la inversión, el desarrollo de infraestructuras, producto de esta industria sin chimeneas.
Desde la perspectiva de la gestión de un destino, según la Organización Mundial de Turismo (OMT) se han detectado tres áreas clave para su rendimiento: el liderazgo estratégico, la ejecución eficaz y la gobernanza eficiente.
En el caso del liderazgo estratégico se plantea la coordinación mancomunada de acciones, en ocasiones muy dispares, con numerosas organizaciones e intereses, en torno a un objetivo común.
Por tanto, hablar de la gestión de un destino requiere no solo de la consideración de que el turismo es un motor de crecimiento económico, sino que también es un generador de mejora de condiciones de calidad de vida y de ser un mecanismo para la superación de la pobreza y equilibrio social, y de aporte a una agenda global en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que exigen una coalición para garantizar la competitividad y la sostenibilidad, y en este caso, donde las Organizadoras de Gestión de Destinos Turísticos de un territorio, deben liderar estratégicamente el desarrollo de estos aspectos como ingrediente vital para su éxito.
Ya no solo se puede hacer gestión partiendo de un enfoque tradicionalmente centrado en el marketing y la promoción, sino en organizaciones importantes, que requieren de la planificación estratégica, la coordinación de actividades y más cuando tienen vocación turística y se considera una apuesta productiva del territorio.
Una gestión del destino no se puede dejar a la suerte, por el contrario, merece un llamado a revaluar el sector en el contexto de las estrategias de desarrollo sostenible, empezar a forjar alianzas estratégicas y a definir qué tipo de turista quiere que llegue al destino.
Ante los retos de la competitividad, no son minúsculos los esfuerzos que deben hacerse en materia de infraestructura, formalización del sector, seguridad, capacidades del destino, conectividad, movilidad, pensando de manera integral y que garanticen un verdadero equilibrio entre el turista y sus habitantes.
Un destino bien gestionado, sus frutos dejará.
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