Columna


Hefner y Sade

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

11 de noviembre de 2017 12:00 AM

Sus nombres espantan espíritus pacatos. Dieron motivos para que se les atribuyesen algunos escándalos, pero a diario aumenta la gente a quien podrían envidiar y ser sus tutores en sadismo. 

El genio de Sade radica en haber codificado las pasiones, y en haber sido el primer teórico de la disolución. Vislumbró la guerra a muerte que hay entre libertad y virtud. Y la libertad que reclamó fue la de los instintos, ya que los principios, por su propia condición, son la negación de la libertad.

En el siglo XVIII el desenfreno excede las previsiones de Aristóteles. Rousseau escribe el contrato Social pretendiendo investigar el origen y la legitimidad del poder, concluye redactando un modesto catecismo republicano.

Es curioso que en ese estudio donde muchos creemos que hizo ciencia, las palabras más frecuentes sean: sagrado, absoluto, inviolable. En ese evangelio laico: “bajo la ley de la razón, nada se hace sin causa”.

Mientras Sade supone que la creación es venganza. Somos hijos de la muerte. Seamos pues cómplices de ella. ¿Y la inocencia? Hablar de ella es profanarla. La inocencia es el vacío. En su Justine, vocifera contra el orden de la omnipotencia, que es la vanidad de ser juez. El hombre que castiga o absuelve lo hace como depositario de la virtud universal. Qué estupidez es esa que alguien que ha nacido para morir, se autoerija en eje y límite del infinito. Nadie es mejor que la muerte y la muerte es menos que la nada. Sade es pues más tolerante y, menos pedante que nuestros pensadores trascendentales.    Además Sade no inventó ningún vicio, ni siguiera describió los que existían. Sus sinceridades y sus alaridos le valieron 27 años de cárcel. Fue escandaloso en sus tesis y conducta.

Por su parte a Hugh Hefner no se le conoce tesis alguna, despertó más comentarios como exitoso mercader de Playboy. El harem de conejitas algo se mencionará, pero ahora contables y abogados determinarán porcentajes, cuotas y programas de esa multinacional de la propaganda que fue símbolo de sexo y escándalo. Lo más importante fueron sus diosas en bikini.

Desde siempre este tema ha venido siendo pasión de la humanidad. El Kama Sutra y el Ananga Ranga, suministraron testimonio literario de la depravación que rampaba en la India, exótica perla de la corona británica. Besos, abrazos,  mordiscos, gritos, susurros, juegos preliminares y acrobacias sexuales condimentaron los placeres de la cópula. Pero detrás de estas traducciones del sanscrito fermentaba un mundo clandestino en occidente que habría alarmado a los maestros del erotismo Hindú. 

abeltranpareja@gmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS