No puede haber colombiano –aunque los hay– que desee ver fracasado el proyecto hidroeléctrico que adelantan los antioqueños en alrededores de Ituango. Se olfatea a la izquierda, y al país rolo como los grandes enemigos, prestos a magnificar los problemas que se han presentado, obvio. Pero inaudito que el gobernador, en lugar de hacer equipo con EPM, esté buscando fallas humanas, que más parece pelea de políticos, y qué sin sospechárselo, sirve a los intereses de las compañías de seguro.
Con una capacidad de embalsamiento útil de 975 millones de metros cúbicos de agua, y 8 generadores de 337 MVA cada uno, para un total de 2.400 MW de generación, Hidroituango se convertirá en la central hidroeléctrica más grande del país (el 17% de la capacidad total instalada).
Sucedió que un deslizamiento de tierra taponó los dos túneles de desvío, dice el gerente de EPM (el gobernador, que fueron voluntariamente cerrados). Ahí está la génesis de todo lo que siguió. El río más allá de la represa se secó, y el embalse comenzó a llenarse antes de que las obras estuvieran concluidas, con peligro para la presa. La solución fue acelerar la construcción y abrir 2 de las 8 compuertas que alimentarían las turbinas una vez estuvieran instaladas, con lo cual la casa de máquinas y la sala de control se inundaron, pero se evitó que el embalse colapsara, y el agua regresó a las poblaciones que estaban afectadas con la sequía.
Lo más reciente fue el cierre de las dos compuertas que inundaban la casa de máquinas (era urgente inspeccionar los daños) permitiendo que el embalse subiera hasta rebosar por el vertedero. En ese lapso de dos o tres días, el caudal del río Cauca abajo se redujo, y como buitres, le han caído la prensa y las entidades de control: unos para lucirse, otros para vengar el atrevimiento de pensar en grande, y otros más, para hacer utilidades. Se habla de especies muertas y perjuicio de las actividades diarias de las poblaciones ribereñas, mientras que el gerente de EPM explica que los daños son reversibles, y que los pobladores incrementaron otras actividades que el bajo nivel de las aguas les facilitaba.
En una obra de tal magnitud en tiempo, costo y edificación, es razonable que se presenten todo tipo de inconvenientes, desde atrasos y sobrecostos, hasta tragedias. La cacería de brujas distrae la atención de quienes tienen que tomar las decisiones. No es nada fácil trabajar con esa enorme presión, añadida a la que de por sí cargan los problemas. Lo más indicado, como lo hace el gobierno central, es brindar todo el apoyo que se requiera para que se puedan superar todos los inconvenientes en la medida que se vayan presentando, y terminar exitosamente y en el menor tiempo posible, la gran central de energía eléctrica. Se les ocurrió a los antioqueños, pero beneficiará a todo el país.
*Ing. Electrónico, MBA.
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