Columna


Impuestos, salarios y Trump

MAURICIO CABRERA GALVIS

12 de agosto de 2018 12:00 AM

Es inagotable la imaginación para bajar los impuestos a los ricos propietarios de las empresas. El argumento usual de que bajando los impuestos a las empresas se crearán miles de empleos, se reforzó ahora con la idea de que con menos carga tributaria subirán los salarios a los trabajadores y así mejorará la distribución del ingreso.

Dos razones se aducen, una altruista y la otra económica. Según la primera, los empresarios preocupados por la distribución del ingreso repartirán entre los trabajadores parte de sus ganancias adicionales por pagar menos impuestos. Optimista pero podría suceder.

La razón económica parte de la teoría clásica de la función de producción: al bajar los impuestos a las empresas, baja el costo del capital, lo cual aumenta la inversión y se crean nuevos empleos; en el mercado de trabajo la nueva demanda por trabajadores sube los salarios, y todos tan contentos.

En esta época de globalización el argumento se complementó con la teoría de la movilidad de capital y las diferencias tributarias entre los países. Si un país baja los impuestos más que sus vecinos, los capitales internacionales se moverán hacía allá, aumentando la inversión, el empleo y los salarios. Por eso se dice que la reforma tributaria de Trump generó una competencia mundial por bajar impuestos.

Son numerosos los economistas serios, incluyendo varios premios Nobel como Paul Krugman, que demostraron que ese modelo teórico solo funciona en los textos, y eso que no siempre, porque cambiando los supuestos se llega a resultados diferentes. Pero más allá de los debates académicos, la rebaja de impuestos de Trump el año pasado verifica en la práctica los resultados de esas políticas.

El análisis a las empresas norteamericanas con el enorme regalo tributario del conservador Partido Republicano, demuestra que no eran ciertas las premisas para justificar la reforma. Un caso emblemático es la admirada Apple. Por los menores impuestos, repatrió al país utilidades por USD 250.000 millones, pero no modificó sus planes de inversión en los Estados Unidos, sino que dedicó USD 100.000 millones a recomprar sus propias acciones, enriqueciendo a los accionistas sin beneficiar a los trabajadores.

Pero no es un caso aislado. Solo el 4,4% de los trabajadores norteamericanos recibieron bonos o aumentos salariales después de la reforma tributaria, por USD 7.100 millones, mientras que las compañías gastaron 98 veces más (USD 691.000 millones) en recomprar sus acciones. Como el 80% de las acciones de las empresas está en manos del 10% más rico, es claro quienes ganaron.

En cuanto a los salarios, en solo el 12% de las grandes corporaciones hubo aumentos, y en el conjunto de la economía los salarios reales cayeron en promedio 0,2% el último semestre.

Si se copiara en Colombia la reforma ‘trumpista’ hay que subir otros impuestos para que no explote el déficit fiscal. ¿Quién pagará el pato? Es tema de otra columna.

*Economista
 

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