Columna


Inseguridad en Quibdó

JAIME BONET

05 de febrero de 2023 12:00 AM

En días pasados tuve la oportunidad de volver a Quibdó después de tres años sin visitarla. Al salir del aeropuerto, pude ver con satisfacción el avance del primer centro comercial de la ciudad, que había dejado iniciando operaciones en mi último viaje. Luego, conversando con amigos, comprobé con tristeza los problemas de inseguridad en que está sumida la capital chocoana. Al regresar a la oficina, revisé algunos indicadores que permitieran dimensionar la problemática para determinar qué tan grave es la inseguridad en Quibdó.

Desde 2015, Quibdó viene mostrando unas tasas de homicidios muy por encima del promedio nacional. Entre 2015 y 2019, la tasa promedio anual de la capital chocoana fue de 72,9 por cada cien mil habitantes, mientras que la media nacional fue 26,0. A partir de 2019, la tasa ha estado por encima de 100 y la nacional se ha mantenido por debajo de 30.

En 2022, Quibdó cerró con una tasa de homicidios de 127,1. En ese año, Tijuana (México), con una tasa de 138, fue señalada como la ciudad más violenta en el mundo entre las urbes con más de 300 mil habitantes, según la organización no gubernamental Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. De haber sido tenido en cuenta en el estudio, Quibdó desplazaría en el ránking a Acapulco, que se ubicó en el segundo lugar con una tasa de 111.

Otro indicador preocupante son las extorsiones. La tasa en Quibdó fue de 225,7 por cada 100 mil habitantes en 2022 y el promedio nacional estuvo 16,9. Es decir, que la tasa de extorsiones quibdoseña es 13 veces mayor a la del promedio del país. Esto se refleja claramente en las historias que se conocen en la ciudad, en donde amigos y conocidos han sufrido este flagelo. Ese fue el caso del profesor Sergio Mosquera que, por amenazas recibidas, anunció el cierre del Museo-Centro de Memoria Muntú Bantú, un espacio construido a pulso para albergar la historia de la afrocolombianidad.

Estas cifras muestran el problema de inseguridad en una ciudad con indicadores socioeconómicos muy precarios. Por ejemplo, el mercado laboral indica que la tasa de desempleo en el trimestre octubre-diciembre del 2022 fue la más alta entre las principales ciudades (26,3%), más del doble del promedio nacional (9,8%). Además, Quibdó registró, en el mismo periodo, una tasa de informalidad laboral del 60%, frente al 33,9% que registró Bogotá. Finalmente, el último dato de pobreza monetaria disponible señala que el 64,8% de los quibdoseños vivían por debajo de la línea de pobreza en 2021, siendo la mayor tasa entre las 23 principales ciudades y áreas metropolitanas.

Esta combinación de pobreza, desempleo, informalidad e inseguridad en Quibdó requieren una atención especial del Estado colombiano, tanto del Gobierno nacional como el departamental y municipal. Ojalá se implementen estrategias que permitan superar esta problemática en Quibdó.

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