Columna


Insensatos y tardos

IGNACIO MADERA VARGAS

03 de julio de 2022 12:00 AM

“Insensatos y tardos” fueron los dos calificativos que dio Jesús a los discípulos cuando venían discutiendo por el camino confundidos por lo que había sucedido en Jerusalén, con el maestro Galileo (Luc 24, 25-35).

Ellos discutían sin darse cuenta que Jesús se les apareció en el camino y les explicaba las escrituras acerca del sentido de la muerte del mesías. Este episodio me viene al pensamiento a la luz de lo que viene aconteciendo ante el resultado de las elecciones presidenciales pasadas, perplejo ante las reacciones de tantas y tantos que nos decimos cristianos y católicos.

Para muchos que hicieron rogativas, rosarios y cadenas de oraciones para que no fuera elegido uno de los candidatos, parece no ser fácil dejar de radicalizar posturas y reafirmar el deseo de continuar con una polarización asfixiante que ha generado divisiones y rencillas, incluso al interior de las familias. Lamentable también la incursión en redes sociales de clérigos y laicos ilustrados, de buena intención, pero proclives a la mezcla entre religión y política con minúscula, que dista mucho de la dimensión política de la fe, que siempre se sitúa en ella con mayúscula; porque la política es algo bueno y necesario, afirmaba el Santo Padre Francisco en sus últimos documentos y pronunciamientos; otra cosa es la politiquería oportunista y la radicalización, que excluye valores evangélicos como el perdón, la reconciliación y la paz.

Y ante la publicación de los resultados de la Comisión de la Verdad, no existe camino diferente para los creyentes que propugnar y propiciar el perdón y la reconciliación.

Todas las confusiones generadas a lo largo de más de 60 años de violencia deben encontrar en los creyentes, si de verdad lo somos, el camino señalado por quién nos dijo que no solo debemos perdonar, sino que debemos perdonar sin límites y aún más, debemos amar al enemigo, porque si amamos a los que nos aman qué poco mérito tenemos (Mat 18,21-35; Luc 6,32-35). ¿Será que estas palabras no llegan al corazón de quienes con tanto énfasis quieren que se renueve la consagración del país al Sagrado Corazón sin renovar el propio corazón a la luz de lo que pidió el Corazón Sagrado de Jesús?

La invitación a dejar las armas de las diatribas y malos augurios, de las sospechas y predicciones de catástrofes hacia el futuro para responder a la invitación a la no retaliación, la concordia, la búsqueda de la justicia y la solidaridad, para que así venga la paz. Una renovación de la mente y el Espíritu, de manera que logremos lo que en el decir de Pablo de Tarso es el hombre nuevo a la manera de Cristo Jesús (Col 3,10-14).

Bienvenidos en esta hora del país todos los intentos y todos los procesos que conduzcan a la reconciliación y la paz.

Teólogo. Religioso Salvatoriano.

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