Columna


Invisibles

RAÚL PANIAGUA BEDOYA

06 de febrero de 2023 12:00 AM

La grandeza de los estados es proporcional a la capacidad para atender y garantizar los derechos de los más débiles. En este mismo sentido, la grandeza de los gobiernos, locales o nacionales, estriba en el valor que le prestan a sus niños, niñas y adolescentes; al peso que estos tienen en sus planes y programas, y a las prioridades que les asignan dentro de sus acciones.

Lo que se puede advertir claramente en nuestra ciudad es que para el Gobierno, para las instituciones públicas y aún para muchos actores privados, la infancia y adolescencia son invisibles, parece que no existieran, que no hicieran parte de nuestra sociedad. Tienen presencia en los medios de comunicación masiva cuando son víctimas de crímenes atroces, cuando se presentan cifras inverosímiles de muertes por desnutrición o por alguna enfermedad, curable ya hace décadas, pero que entre nosotros sigue siendo mortal.

Pero por fuera de esto, no existen, son invisibles, a nadie le preocupan, no son motivo de interés público o de una atención especial de la sociedad.

Cuando en casi todo el país la escolaridad en el sector público empezó en la tercera semana de enero, en Cartagena solo va a ser después del 6 de febrero y en el departamento de Bolívar, después del 20. Si tuviéramos altos desempeños en las pruebas académicas, óptimas instalaciones, garantía de alimentación para los más pobres, adecuadas dotaciones y docentes calificados, podríamos aceptar que aquí tuviéramos menos días de clase en el año, pero pasa todo lo contrario. Si se sabía que había que hacer los contratos de aseo, vigilancia, PAE y otros servicios con debida anticipación, ¿por qué no se hicieron?, ¿por qué en otras ciudades y departamentos estos empezaron a funcionar bien en la tercera semana de enero, y entre nosotros no?

Pienso que ese no es el problema. Lo grave es que esos aplazamientos parece que a nadie les importan, a nadie les preocupan. Nadie se molesta y menos aún, se protesta por esta vulneración de derechos a la infancia. Pasando a otro aspecto de la invisibilización de nuestros niños, en las últimas semanas se han presentado casos de dengue alarmantes, pero nos conformamos con la famosa y triste frase “Es que eso está dando...”, con lo cual parece que todos eludieran su responsabilidad y como las niñas y niños no tienen voz, como nadie los escucha, como son marginales para nuestra sociedad, no pasa nada.

Si miramos lo que ocurre con la prostitución y explotación sexual infantil, en buena medida asociada con el turismo, o el trabajo infantil, vemos que se va completando un círculo perverso que evidencia la indolencia de una sociedad por su infancia y adolescencia.

No debemos esperar que de afuera nos vengan a decir qué hacer para garantizar a nuestros niños un buen presente y un mejor futuro, si nosotros mismos no somos capaces de darles un espacio en nuestra sociedad, de hacerlos sujetos de derechos.

*Sociólogo.

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