Columna


Juntos y revueltos

ALBERTO ABELLO VIVES

11 de marzo de 2017 12:00 AM

Ya se ha dicho de muchas formas. La singular expansión económica de Cartagena de las últimas décadas no se refleja en una reducción más fuerte de la pobreza, mientras la desigualdad social no cede. Los estudios de Aarón Espinosa, de la Universidad Tecnológica de Bolívar; de Jhorland Ayala y Adolfo Meisel, del Banco de la República; lo han confirmado. Muy a pesar de un crecimiento de las actividades portuarias, manufactureras, turísticas, de la construcción y los servicios, aterran los indicadores sociales; el ‘modelo’ económico local no tiene los mecanismos estructurales para irrigarlo en amplios sectores de la población.

Pero solo de vez en cuando, los diarios nacionales se sorprenden con alguna noticia sobre la pobreza, la desigualad o el deterioro ambiental de Cartagena. Columnistas y periodistas, en ocasiones, ponen el grito en el cielo; muchas veces recurren a las mismas investigaciones emanadas de los centros y grupos de estudio. Son flores de un día. Y algo común en ellos es su percepción de los cartageneros como masa informe, pusilánime, que no se inmuta ante la adversidad. Ven la ciudad desde las cumbres o cuando bajan a sus cómodas visitas veraniegas, nunca llegan a sentir su palpitar. No perciben a la población que se resiste, que quiere otra ciudad posible.

Sin embargo, en Cartagena no son pocas las organizaciones y las personas que no están de acuerdo con el orden establecido; con esa sociedad asimétrica de privilegios; con la discriminación; con la no satisfacción de los derechos humanos y las necesidades básicas; con las afectaciones al patrimonio cultural, con la degradación ambiental; con la mala calidad de vida; con el débil y corrupto funcionamiento del Estado; en fin. Y ellos se expresan, se movilizan y no tienen que ver con las podridas prácticas corruptas de esa nueva generación de ‘emprendedores’ de Bocagrande.

Hay argumentos, voces calificadas, solidaridad, iniciativas innovadoras y mucho movimiento en redes sociales. Pero falta mayor cohesión. Todo lo que ocurre se percibe fragmentado, como el espejo de la ciudad.

La antropóloga Gloria Triana propuso para las Fiestas de Independencia crear una comparsa que se llame ‘Juntos y Revueltos’; en contravía de la práctica arribista de ‘juntos, pero no revueltos’. Esa idea podría servir también para buscar articulaciones entre movimientos, organizaciones y procesos dirigidos a una mejor ciudad. Se cuenta con una población trabajadora, con profesionales, artistas, investigadores y estudiantes que se resisten a las injusticias y el maltrato, que no se resignan y no quieren seguir siendo vistos como masa informe e insensible. Juntos y revueltos significa una apuesta en común, entre distintos, para lo fundamental. En eso se está.

Hay argumentos, voces calificadas, solidaridad, iniciativas innovadoras y mucho movimiento en redes sociales. Pero falta mayor cohesión.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS