Columna


La justificación del poder político

JOSÉ VILLAMIL QUIROZ

03 de julio de 2022 12:00 AM

El poder político es básicamente un instrumento de dominación legítima, en cual los gobernados de un territorio aceptan el dominio de los gobernantes por diversas vías.

En esa proyección, la humanidad ha pasado por diferentes justificaciones del ejercicio del poder político de acuerdo con las dinámicas de cada época. En ese orden de ideas, el profesor Eduardo Rozo interpretando al politólogo francés Maurice Duverger, acopió las variantes justificaciones del poder político en cada época, mediante el nombre de teorías de la soberanía, teniendo en cuenta que esta es la característica esencial de la dominación, en tanto muestra la supremacía sobre las demás agrupaciones existentes en la sociedad.

Las teorías de la soberanía se agrupan en dos dimensiones: las teorías teocráticas y las teorías democráticas. Las primeras se sustentan en el origen divino del poder y del gobernante, y la segunda, amparada en el pueblo. Las teorías teocráticas asumen tres variables: la naturaleza divina del gobernante, la investidura del gobernante y la teoría de la providencia divina.

La teoría de la naturaleza divina del gobernante y del poder tuvo su influencia primordialmente en la relación esclavista, aunque todavía es utilizada en sociedades atrasadas para justificar la dominación del gobernante En ella, existe una identidad entre Dios y gobernante; obedecer la orden es obedecer a Dios y desobedecerla es desobedecer a Dios.

La teoría de la investidura divina del gobernante fue utilizada como justificante en la primera etapa de la relación feudal servilista, y se le atribuyó al papa San Gelasio, quien creó la Teoría de las dos espadas, referenciando que Dios tiene dos lugartenientes en la tierra: uno espiritual, representado en el poder de la Iglesia Católica encarnado en su máximo jerarca, y el otro de carácter civil depositado en el príncipe.

A cada una de esas dignidades el Creador le entregó una espada como símbolo del ejercicio del poder. La teoría de la providencia divina se le atribuye a Santo Tomás y fue utilizada en la segunda fase de la relación feudal. Según este justificante, el poder político se justifica por el querer divino, por la providencia divina; desobedecer al gobernante, es desobedecer a Dios, pero además es pecado mortal.

Iniciada la relación liberal capitalista, vendrían nuevas dinámicas sociales que ameritarían un nuevo tipo de justificantes, ya no se basaría en Dios, sino en el pueblo. Entonces surgen las teorías democráticas, cuyo puntal es la teoría popular, utilizada hasta nuestros días. Este justificante se le atribuye a Rousseau, quien manifestó que el poder proviene del pueblo y su soberanía reside en su voluntad general. Si una comunidad tiene 10.000 habitantes, cada uno de ellos tiene una diezmilésima parte del poder político.

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