Columna


La cultura, otra vez

ÓSCAR COLLAZOS

10 de agosto de 2013 12:31 AM

La cultura nunca aparece destacada en los programas de los aspirantes a la alcaldía de Cartagena. Tampoco es un tema prioritario en la agenda de los futuros gobernantes como son, por ejemplo, la educación o la salud, secretarías que no solamente mueven miles de millones de pesos y una atractiva contratación sino una burocracia que satisface las demandas de los políticos.

Me atrevo a decir que la cultura ocupa ese último lugar por dos o tres motivos: primero, porque nuestros políticos, con muy honrosas excepciones, son incultos de solemnidad. Segundo, porque la cultura no tiene el brillo del botín burocrático de otras secretarías. Y tercero, porque, por lo general, los productores y gestores de cultura no han sido  llamados a hacer parte de un proyecto de ciudad.
A esto se añade un lamentable prejuicio: creer que la gestión de la cultura en el sector público no requiere formación ni conocimientos profesionales como los requieren la educación, la salud, la planeación, la movilidad o la infraestructura. La gestión pública de la cultura puede estar en manos de cualquiera.
Me acabo de enterar, por ejemplo, que en la hoja de vida de la nueva directora del IPCC figuran experiencias quizá importantes para su vida como el haber bailado desde niña en un grupo folclórico, haber sido activa par-ticipante en los desfiles de la Independencia e intérprete de un grupo de gaitas, pero estas experiencias son irrelevantes para el cargo que ocupará.
Pregunté a destacados gestores culturales de Cartagena si conocen a la nueva directora del IPCC. Muchos se encogieron de hom-bros. Y es lógico: la nueva funcionaria ha estado en el mundo de la cultura como casi todos los cartageneros: haciendo parte desde niños de grupos folclóricos o desfilando en las fiestas de la Independencia.
Busqué en su hoja de vida y encontré respetables títulos académicos pero ninguno es garantía de que a la dirección de la cultura y el patrimonio de Cartagena llega una profesional del sector. Y esto es muy grave en una ciudad donde crecen las iniciativas culturales y se requieren urgentemente firmes criterios de gestión para impedir que el aumento de la demanda turística o inmobiliaria siga haciendo estragos en el patrimonio histórico y cultural.
La joven  nombrada para el cargo prestaba sus servicios en la institución de enseñanza superior de la familia del alcalde, como otros altos cargos de su gobierno. Esto no le quita méritos. Se los quita al alcalde, al menos en este nombramiento.
No sólo no es serio: no es responsable con la ciudad.  Con voluntad política, no habría sido difícil encontrar personas capaces entre profesionales cada vez mejor preparados y más exigentes con la gestión de la cultura desde el sector público. Pero esto no pasa por las ligerezas de las cuotas ni satisface  el capricho de los concejales. 

*Escritor
ÓSCAR COLLAZOS*
collazos_oscar@yahoo.es

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