Columna


La economía, otra

“El capitalismo tiene más cosas buenas (...) Es de Churchill la frase: “Quien no fue comunista a los 20 años, no tiene corazón, y quien no fue capitalista a los 30, no tiene cerebro (...)”

MIGUEL YANCES PEÑA

04 de noviembre de 2019 12:00 AM

La economía podríamos imaginarla como un balón sometido a presión desde adentro (la del aire, por ejemplo), con orificios por todos lados: nunca se podrán tapar todos, y a medida que se tapen algunos, aumenta la velocidad de escape por los otros. La única manera de lograrlo es someterlo desde el exterior a una presión superior que la del aire en su interior, lo cual es utópico.

En economía los orificios serían las variables macros, como la inflación, el tipo de cambio, la tasa de interés, el desempleo, el PIB total y per cápita, el grado de endeudamiento como porcentaje del PIB, y la balanza de cambio, entre muchas otras, que son medidas con periodicidad por sendos indicadores. Nunca se podrán optimizar todas, pero la salud de la economía, como el aire en el balón, dependerá de mantenerlas bajo control, con techos y pisos aceptables al compararlos con otros países de mejor o igual grado de desarrollo (el benchmarking).

Últimamente se ha incorporado una nueva variable que no es numérica, y que además es muy subjetiva: la felicidad. Ni siquiera sabemos definirla, mucho menos medirla, pero sí sentirla. Hay tantos elementos que la propician y tantos otros que la obstaculizan o destruyen, que, en verdad-verdad, solo sabemos cómo hacer feliz a los niños; del resto cada cual tiene, independientemente de su condición económica, de salud, intelectual o social, su propia forma de lograrlo. Y nadie tiene derecho a impedírselo, a menos que se sienta realmente afectado.

Libertad, y talento y oficios que permitan ejercerlo; el logro de objetivos (materiales o no); cuidar de otros (personas, animales o plantas); meditar, contemplar y compartir la vida, sucesos, experiencias; cantar, bailar, amar, y sentirse útil, o genuinamente querido y admirado. Todas esas, y muchas más proporcionan felicidad, pero no veo la economía por ningún lado, salvo en evitar hechos que puedan impedirla. La economía puede garantizar bienestar, pero no la felicidad.

No obstante, es cierto, el capitalismo lleva al consumismo, es su esencia; desvía al hombre de lo fundamental y lo pone a competir, no en genuinos valores humanos, sino en posesiones materiales y apariencias. Con tan graves consecuencias, que quienes menos dinero tienen más gastan en aparentar, porque quieren ser valorados, y porque no hemos sido capaces como humanidad, de apreciar a nuestros semejantes por lo que son, no por lo que tienen. ¿Quiere decir esto que la humanidad deba abolir las formas capitalistas de producir? No lo creo. El capitalismo tiene más cosas buenas que malas. Somos los humanos, como seres inteligentes, los que tenemos que escapar de esa espiral sin fin, y vivir.

Se le atribuye a Winston Churchill la frase: “Quien no fue comunista a los 20 años, no tiene corazón, y quien no fue capitalista a los 30, no tiene cerebro”.

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