Columna


La gran alianza republicana

RAFAEL NIETO LOAIZA

12 de marzo de 2017 12:00 AM

Hoy Zuluaga ha puesto en espera su precandidatura. El suyo es un gesto generoso y responsable que merece ser aplaudido. Su salida deja abierto el panorama de las candidaturas. Sin embargo, creo que no es el momento de concentrarse en el nombre del posible candidato.

Primero porque es prematuro y riesgoso. Con Santos afloró una judicialización muy peligrosa de la política, donde se instrumentaliza el sistema judicial para atacar a los contradictores.

Después, porque hay tres tareas más urgentes e importantes y las precandidaturas nos distraen. Una, construir la gran alianza que permita ganar la presidencia en el 2018. Ese triunfo debe ser el gran objetivo porque ahí nos jugamos el futuro de la patria y el de nuestros hijos. Y no podremos ganar sino con esa coalición.

Esa alianza, que he llamado frente republicano, debe tener como base  los partidos, movimientos y grupos que conformaron la coalición del No, pero ampliándose a muchos que votaron Sí pero que están inconformes con este desastre de gobierno y a los millones que se abstuvieron, a quienes hay que ofrecer esperanza y un futuro.

La segunda labor es construir una plataforma de gobierno que permita al nuevo gobierno hacer de inmediato los cambios políticos, institucionales y normativos indispensables para retomar el rumbo de inversión, generar riqueza, y recuperar la seguridad que se perdió con Santos. Esa plataforma no puede centrarse solo en los desastres del acuerdo remendado con las Farc. Debe atacar los cuatro enemigos: narcotráfico, violencia e inseguridad, pobreza y corrupción. Y construirse sobre cinco pilares que den esperanza a los ciudadanos: defender y recuperar la Constitución y la democracia representativa; construir un país donde todos sean propietarios y eliminemos la pobreza; recuperar la ética y los valores de la familia; luchar contra la corrupción; y proteger el medio ambiente para que el desarrollo sea sustentable.

La educación, la salud pública, la infraestructura y la vivienda, la ciencia y la tecnología, las comunicaciones, deberían estructurarse alrededor de esos pilares.

Por último, es indispensable construir estructuras de partido. El Centro Democrático es un partido jovencísimo, de apenas tres años. Necesita organización regional y local, grupos de pensamiento programático, identificar líderes a lo largo y ancho del país y de posibles candidatos para concejos, asambleas y Congreso. El CD debe saltar a por lo menos 30 senadores y 40 representantes y ser el partido con mayor representación en el parlamento. Y los partidos y movimientos que formen la alianza deben obtener los congresistas que falten para conseguir las mayorías indispensables para asegurar la gobernabilidad y el gran cambio.

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