La libertad de prensa es la existencia de garantías donde los ciudadanos posean el derecho de organizarse para la edición de medios de comunicación cuyos contenidos no estén controlados ni censurados por los poderes del Estado. Y que toda persona pueda publicar sus ideas libremente y sin censura previa.
El artículo 20 de la Constitución dice: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”. Es decir, hay cuatro principios básicos inscritos en él, cuando existe democracia: difundir, recibir, corregir y responsabilidad, cuando se da una información por la prensa hablada y escrita, labor del periodista. Pero qué pasa cuando quien ejerce esa labor es amenazado, o se restringe la labor periodística, por ejemplo con amenazas, cierre de medios informativos, censura del poder del Estado o empleos de medios oficiales únicamente para informar lo que les conviene. Se acaba la libertad de prensa y es el principio de la muerte a la democracia.
El primer país en tener una legislación en defensa de la libertad de prensa fue Suecia con la "tryckfrihet" del 2 de diciembre de 1766. En los EE. UU. este derecho está garantizado por la Primera Enmienda de la Constitución y que obligó a Nixon a renunciar el 9 de agosto de 1974 a la presidencia para evitar un “impeachment” (proceso de destitución) en el caso de “Watergate”, cuando el pueblo conoció por la prensa de la directa intervención de Nixon en robo de documentos y espionaje en las oficinas de Watergate en Washington, sede del Comité Nacional del Partido Demócrata, y el posterior intento de encubrir a los responsables.
Tenemos libertad de prensa, pero en ocasiones se recurre a amenazas o censuras, a un periodista cuya labor es informar hechos inherentes al interés de la sociedad (política, salud, deportes, atentados, corrupción, prostitución, robos, etc.), esto no solo es contra ese periodista, es contra la comunidad que es restringida en conocer la verdad. Los asesinatos y/o amenazas son deplorables y deben recibir el máximo apoyo del Estado para proteger al periodista, cuya única defensa es la pluma con la que escribe los hechos que investiga, esa fue la conclusión de la SIP el 30 de marzo pasado: “Mientras no haya castigo para los crímenes contra los periodistas no se podrá garantizar una verdadera libertad de prensa”. El 3 de mayo se celebró el Día Internacional de la Libertad de Prensa.
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