Se me hizo costumbre tener una leve taquicardia cuando voy a salir de cualquier sitio con vigilancia privada porque siempre que me piden revisar mi maleta digo ¡NO! Nunca he podido entender por qué tengo que demostrar que lo que llevo lo compré o lo había ingresado. Siempre me ha parecido abusivo mostrar la factura o abrir mi bolso para demostrar que no estoy robando.
Entiendo de manera resignada las voces “pero el que nada debe nada teme”, porque nos acostumbraron a que la buena fe hay que demostrarla, aún más cuando eres negro.
Mi problema con la revisión por parte del personal de vigilancia privada es la suplantación de funciones de autoridad y que siempre hay un perfilamiento hacia ciertos grupos identitarios, como la población afrocolombiana. El perfilamiento racial es una experiencia que, como hombre negro, vivo casi a diario, y que se ha hecho costumbre, tal como lo respalda el informe “Silencio e Impunidad” de las organizaciones ILEX Acción Jurídica, Temblores, Raza e Igualdad y CODHES.
A mis múltiples experiencias al respecto, se suma la de casi todos mis amigos y amigas negras: hace poco, una amiga fue revisada a la salida de un supermercado. Cuando preguntó por qué solo la revisaban a ella, le dijeron que era al azar; entonces entendí que incluso el azar es racista, y que esa es la lotería que nos ganamos los negros, la lotería de la sospecha.
Estoy en mi derecho a no dejarme revisar porque legalmente solo la Policía Nacional puede hacerlo, como lo aclara la circular Externa No. 105 de 2014 de la Superintendencia de Vigilancia Privada y también la Corte Suprema en la sentencia SP1743-2022 dijo que “...la SuperVigilancia le recuerda al sector que no está permitido efectuar inspecciones corporales, registros personales y requisas, dado que son funciones reservadas únicamente a las autoridades públicas”.
Las personas negras no tenemos que demostrar que no estamos haciendo algo indebido, la mala fe debería ser la excepción. Como país deberíamos reconocer la diversidad y estar orgullosos de tener una diáspora africana tan grande, además de saber que el personal de vigilancia privada solo puede realizar requisas a través de mecanismos tecnológicos como alarmas o sensores, y que existen rutas como la creada por el Ministerio de Justicia para el tratamiento de casos de discriminación racial.
Nunca permito que me revisen o requisen porque entiendo que mi negritud es la principal razón para que sea yo el elegido aleatoriamente. No lo permito porque rechazo la lotería de la sospecha, porque, aunque me asuste ese pequeño enfrentamiento con un vigilante, no debemos soportar ni el más mínimo atisbo de racismo, porque quiero entrar y salir de cualquier establecimiento sin que me detengan. Es mi acto consciente de reivindicación negra. Reivindica mi dignidad y la buena fe de y hacia los negros y las negras.
*Abogado afrocolombiano, especialista en derechos humanos.
Pertenece al Directorio de Referentes del Programa Juntanza Étnica de USAID y ACDI/VOCA.
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