Columna


La pandemia silenciosa

JULIANA DE ÁVILA ROMERO

20 de enero de 2022 12:00 AM

Vivir sin ganas de vivir. Sentir que todo está perdido, que no hay razones para luchar, que nada va a mejorar, que no hay solución. Sentir que no puedes respirar, aunque tus pulmones están bien, esa presión en el pecho, vivir con un dolor intenso que no puedes señalar y difícilmente alguien más pueda identificarlo con rayos X o ecografías. Depresión. Ansiedad. Enfermedades mentales. Una sonrisa.

Solemos, por instinto, contestar con un “bien” cuando se nos pregunta “¿cómo estás?”, parece regla de protocolo social ocultar cómo nos sentimos o ignorarlo, nadie nos enseñó eso de “estar en contacto con tus sentimientos”, mucho menos si el sufrimiento parece inexplicable, si cuando dices las razones en voz alta parecen tan simples de resolver, pero tú no encuentras cómo, tu mente y tu corazón no lo gestionan como quisieras y como otros esperarían. Pero seguimos sonriendo, y escuchando el “bien” para seguir caminando y pasar a la siguiente pregunta.

La OMS califica la depresión como esa otra pandemia, pero silenciosa, una que se expande mientras los ojos del mundo están puestos en controlar la COVID-19. El aislamiento, la ansiedad por saber qué nos depara el futuro, por las pérdidas humanas y económicas, han hecho mella en la salud mental de cientos de personas.

Según la organización, el 5% de los adultos en todo el mundo sufre de depresión, es decir, unas 280 millones de personas, y al año se suicidan 700 mil, configurándose en la cuarta causa de muerte en el grupo etario entre los 15 y 29 años. ¿Saben qué es lo más duro? Que normalmente el día antes de que acabaran con su vida, sonreían. Para sus vecinos, familiares, amigos, para una foto, porque nuestra tendencia es a esconder, y no a buscar ayuda.

Por eso hoy no quise hablar de Gloria Estrada o del caso Mauricio Leal, que aunque impactantes seguro tendrán de sobra exposición, tiempo en pantalla, espacios en periódicos y revistas, a la salud mental no le pasa lo mismo. Los casos de suicidio se exponen rápidamente en los portales y pierden vigencia al día siguiente; se habla de salud mental solo cuando hay alguna conmemoración o hay alguna coyuntura que lo amerite, del resto, es así, silenciosa, oculta detrás de una sonrisa, de un dolor y una angustia inexplicable que lidiamos en soledad.

No conozco la depresión, pero sé como luce porque he estado rodeada de ella, aprendí a no juzgar, a escuchar con atención y a normalizar hablar de salud mental, y esa es precisamente la tarea de todos. Dejemos de usar la palabra “loca” o “exagerada” para señalar a los demás, borremos de nuestra mente que la gente se suicida “porque el novio la dejó” o “le quitaron el celular” eso minimiza a esa persona que vivió una situación que descontroló algo que ya venía padeciendo, afectó a una mente que ya venía enferma y que necesitaba ayuda.

El reto de enfrentar esta pandemia silenciosa también es de todos, tu lenguaje, tu oído, tu sonrisa, un halago, una palabra de aliento, que normalices buscar ayuda, que no juzgues, puede hacer la diferencia para muchos. Y si me lees y sientes que necesitas ayuda, búscala. ¡Todo va a estar bien!

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