Columna


La paz de los hombres infames

Christian Ayola

21 de septiembre de 2023 12:00 AM

Paradójicamente, Hitler pudo haber sido un hombre de paz, si nos atenemos a sus pensamientos, consignados por Martin Borman en ‘Conversaciones sobre la guerra y la paz’.

En la noche del 10 de mayo de 1941, se produjo uno de los eventos más sorprendentes y misterioso de la Segunda Guerra Mundial: el viaje secreto del lugarteniente de Hitler, Rudolf Hess, a Gran Bretaña. Quedó referenciado como una misión solitaria que buscaba protagonismo, sin embargo, Peter Padfield en su último libro: ‘Hess, Hitler y Churchill - El verdadero momento crucial de la Segunda Guerra Mundial’ (2013), revela evidencias que demuestran que Hess llevaba un tratado de paz detallado de parte de Hitler, en el que ofrecía retirarse de Europa occidental, a cambio de que Gran Bretaña se declarase neutral ante el inminente ataque que tenía planeado realizar sobre Rusia. El 9 de abril de 1948, día que asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán, cuando el pueblo colombiano se levantó, Fidel Castro Ruz, un joven de 22 años, fusil en mano, encabezó la toma de una guarnición en busca de armas para la espontánea insurrección popular, este agitador internacional jugó un papel importante en la destrucción de Bogotá. Durante dos días, disparó repetidas veces contra el Ministerio de Guerra, desde una estación de policía tomada por insurgentes, y después de luchar incansablemente por organizar a las masas enardecidas que carecían de dirección y horizonte político, desistió basado en los errores aprendidos durante la fallida invasión a Cayo Confites en la que había intervenido; finalmente, ante la inutilidad de su esfuerzo desestabilizador y decepcionado por el fracaso de la intentona revolucionaria, con la ayuda de la embajada cubana, regresó a su país.

Después de tomar al poder, tras haber derrocado a Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959, en 1962 becó a 60 estudiantes universitarios colombianos de la Juventud Comunista, JUCO; el Movimiento Obrero Estudiantil Campesino, MOEC, y el Movimiento Revolucionario Liberal, MRL. De ese grupo, 11 formaron la “Brigada Pro Liberación José Antonio Galán”, participaron en los enfrentamientos de la Sierra del Escambray contra movimientos contrarrevolucionarios.

Al regresar al país, formaron el ELN en el Magdalena Medio; mientras pudo, Castro siguió patrocinándolos con armamento y entrenamiento táctico, igual que a otros grupos guerrilleros como el M19. Al perder Cuba la subvención de los rusos, tras la desintegración de la Unión Soviética, y debido a los continuos fracasos guerrilleros en Venezuela, Bolivia y Colombia, se convenció de que la revolución en América Latina no era posible por la vía armada, cesó su mecenazgo insurgente, continuó apoyándolos como anfitrión, con ayuda sanitaria, ideológica, política y adoptó el rol de pacifista. Cínicamente, en el 2008 publicó el libro ‘La paz en Colombia’.

*Psiquiatra.

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