Columna


La Pupileta

ANDRÉS RICO RIVERA

24 de marzo de 2023 12:00 AM

En sus inicios, la champeta se asociaba a lo popular. Claro, se originó en nuestros barrios populares, pero ahora ha trascendido y el disfrute de ésta permea en todas las esferas y zonas de la ciudad y, en gran medida, se posicionó así durante el siempre recordado Festival de Música del Caribe.

Reconocer el valor cultural de la champeta es reconocer el esfuerzo y la lucha como resistencia a estas desigualdades que son palpables en nuestra ciudad. Cuando mencionamos la palabra “champetudos”, entendido algunas veces como sinónimo de “corronchos”, es una forma de seguir estigmatizando a quienes disfrutan y sienten como propio un ritmo que debería unirnos a todos como cartageneros, tumbando la asociación de champeta con delincuencia o desórdenes.

Despreciar y marginar la champeta es un gran error, sobre todo si ese rechazo proviene de donde nace el ritmo que ha sido ampliamente reconocido y resaltado en otras ciudades y fuera del país.

Recientemente, lo pudimos ver con Bazurto All Stars, agrupación que participó en el Festival de Viña del Mar, constituyéndose en el único grupo cartagenero en hacerlo y si bien no logró ganar una gaviota, sí puso en alto el nombre de nuestra ciudad y de nuestro país, representando nada más y nada menos que a la champeta.

Es importante traer en este momento, la famosa canción de este grupo musical, “La pupileta”, el cual tiene un trasfondo social más complejo, lo que la canción denota es la resiliencia de un género que se niega a morir, a ser censurado y estigmatizado, (más de lo que está), la canción muestra cómo la champeta ha impregnado esferas en las que antes no era aceptada, y que ha llegado a todos esos espacios de la sociedad donde no se quería, este mismo fenómeno se ha vivido en el hip hop en USA o en el Funky de Brasil o incluso en el Reggae o el Dancehall jamaiquino. Parece como si el fenómeno se repitiese en otros lugares con música diferente pero al final la exclusión es la misma.

La transformación que ha tenido la champeta con el paso del tiempo, no sólo en su ritmo, sino también en la calidad de sus exponentes y de sus presentaciones, es de admirar, generando una identidad propia en quienes la escuchan pero también invitando a nuevos para que apoyen lo nuestro, lo local, lo de aquí.

Por iniciativa del Ministerio de Cultura cursa un proceso que pretende darle reconocimiento a la champeta como “patrimonio inmaterial de la humanidad” por la Unesco, pretendiendo posicionarla como un producto evolucionado, amplio pero que aún lucha por desdibujar la imagen colectiva que continúa asociándolo a lo inmoral y vetado.

La invitación es a valorar nuestras costumbres e idiosincrasia, entender que somos una sola Cartagena, donde cabemos todos, que podemos convivir en armonía respetando nuestras diferencias pero fortaleciendo nuestra identidad, rodeando y apoyando la cultura local. Definitivamente, son más las cosas que nos unen que las que nos separan.

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