Columna


La visita de Lidio a mi barrio

JESÚS OLIVERO

25 de febrero de 2022 12:00 AM

Con cada visita al barrio Millán Vargas suelo observar desde la terraza la calle del zanjón, una microcuenca que refresca escenas de niñez. Esta vez, por primera vez en cinco décadas, la vista estaba bloqueada por una valla del político Lidio García. En principio pensé en quien podría ser el vecino responsable de semejante contaminación visual, pero al instante recordé qué, en múltiples escenarios de Bolívar, Sucre y Magdalena, la misma figura está en edificios, paredes, taxis, bicitaxis, en fin, donde sea posible. También me pregunté si es necesario gastar tanto dinero en alcanzar una curul a punta de avisos. ¿Estamos tan grave como sociedad, o nuestra democracia está tan degradada, que el voto no depende de propuestas o trayectorias visibles y cuantificables en resultados?

Antes de iniciar campaña, los políticos tienen idea de su caudal electoral, entonces no entiendo el afán por gastar recursos excesivos en publicidad, cuando la pandemia ha dejado a millones de colombianos, incluyendo coterráneos, más cerca de la extrema pobreza. ¿Habrá pensado en esto? García debe ser una persona en extremo inteligente, pasar de cantante a presidente del Congreso es admirable, por ello, más allá de aparecer en fotos, es necesario su asomo en las comunidades, no solo en elecciones, para conocer cómo puede contribuir con alcanzar al menos uno de los objetivos del desarrollo sostenible, tan lejanos en el territorio.

No vayamos lejos. El Carmen de Bolívar, cuna de gobernadores y personajes ilustres, es un desastre. Muchas calles destruidas, barrios enteros dependientes de aguateros, aeropuerto abandonado, y un campo sin posibilidades. En varias veredas de montaña, a pocos minutos del casco urbano, talan los últimos reductos de bosque en alta pendiente para sembrar ñame, cultivo en el que usan plaguicidas prohibidos en otros países, altamente tóxicos, incluido el paraquat.

Sin duda, necesitamos más hijos del Caribe en las altas esferas del poder. Pero cuando la cima ha sido alcanzada, por ejemplo, ser presidente del Senado, la esfera de prioridades debería convertirse en una pirámide de legado. Es decir, alcanzar algo por lo cual uno pueda ser recordado al menos una generación más adelante. Por ejemplo, legislar para evitar que nuestros campesinos usen pesticidas de alta toxicidad, y nosotros comamos productos contaminados; buscar recursos para crear centros de investigación que generen patentes de nuevos antibióticos, antiinflamatorios y anticancerígenos a partir de la biodiversidad de los Montes de María; o como mínimo crear una cátedra en la universidad pública para que estudiantes de derecho interaccionen con congresistas y figuras públicas. Eso esperamos de quienes nos representan, no que perturben nuestro hábitat con tanta propaganda.

*Profesor.

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