El salario mínimo este año fue incrementado en 3,5% por decisión presidencial, y el Impuesto Predial de la ciudad en 3% por decisión de la Alcaldía; mientras que las pensiones en 1,61%, valor de la inflación del año anterior. Caso aparte el de los congresistas y altos funcionarios del Estado, a quienes se les incrementa de acuerdo con el promedio ponderado de todos los salarios de los funcionarios públicos, que calcula la Contraloría, y que para el año anterior estuvo en 5,21%, cuando la inflación (o sea las pensiones) y el salario mínimo estuvieron en 3,8 y 6 por ciento, respectivamente.
Vale aclarar que el espíritu de esa Ley es el de ‘garantizar’ que el poder adquisitivo de las pensiones se mantenga constante en el tiempo; pero, ni que fuera perfecta la medición que de la inflación hace el Dane, que no lo es, se cumpliría esa intención, por varias razones, entre ellas: una, porque el ajuste se hace terminado el año; y otra, porque los salarios en general suben con el mínimo, y los precios de los bienes y servicios siguen otra dinámica que lo supera. De muestra, en los últimos 27 el salario mínimo ha superado en 39,89% los incrementos de las mesadas pensionales. Yéndonos a lo puramente humano (olvidémonos por ahora de la racionalidad económica), se predica un discurso sensiblero (los abuelitos, dice Duque), mientras en la práctica se procede como el grito de los estudiantes “tira piedras”, duro y a la cabeza.
Ya el gremio, que nadie escucha porque son débiles, a pesar de ser 1,4 millones que pueden decidir en las urnas, puso el grito en el cielo utilizando las redes. Y no es para menos, trátese de ser justo, racional o misericordioso, los abuelitos tienen la razón en sus querellas. El asunto es buscar formas de revertir el daño, y evitar su continuación. El expresidente Santos, ignorando su promesa de campaña, rechazó una Ley aprobada en el Congreso que reduciría del 12 al 4 por ciento el pago de salud, y la Corte Constitucional la declaró inexequible después que surtiera el nuevo trámite en la Cámara, recurriendo a la Regla Fiscal. Estas cosas no se entienden, porque si quitamos la trampa, que no debería permitir el gobierno, y unos pocos privilegios de los que gozan altos funcionarios, que deben terminarse, estas se deberían pagar con el ahorro de quienes las reciben. Se trata de un mega fondo que administra el gobierno, y que bien invertido debería producir utilidades. No es un gasto en el presupuesto general de la nación y por lo tanto no se le debe aplicar la Regla.
El presidente Duque ha prometido reducir progresivamente el pago de la salud del 12 al 4 por ciento, pero el gremio aspira además, a que el incremento sea en igual porcentaje que el salario mínimo, y recuperar el pago de la mesada 14. Esta última requiere de un acto legislativo, porque fue con el 01 del 2005, que se suprimió.
*Ing. Electrónico, MBA.
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