Columna


Las curules de la paz

PABLO ABITBOL

09 de julio de 2021 12:00 AM

Pese a no haber suficiente claridad sobre las reglas de juego que les atañe, las Circunscripciones Especiales de Paz representan oportunidades, riesgos y retos vitales para las organizaciones y los movimientos sociales de las 16 regiones priorizadas para la implementación del Acuerdo de Paz.

El Punto 2 del acuerdo firmado por el gobierno colombiano y las Farc establece compromisos del Estado orientados hacia la apertura democrática y la ampliación de la participación política, en especial de la ciudadanía que habita en las regiones más afectadas por el conflicto armado. Sin embargo, según el más reciente informe del Instituto Kroc, la materialización de este punto es la más rezagada, principalmente por cuenta del hundimiento en el Congreso de las curules de paz (uno de sus componentes esenciales) y de la reforma política.

Gracias a un fallo judicial estas curules hoy reviven y abren una gran oportunidad para que las organizaciones sociales y de víctimas construyan verdaderas alternativas de poder locales y regionales. Para ello, se requiere del uso estratégico de los recursos políticos y económicos con que podrían contar si llegan al Congreso y que podrían usarse consensuadamente para apalancar el crecimiento y la consolidación de las plataformas políticas de los movimientos sociales de cara a las próximas elecciones municipales y departamentales.

No es de extrañar que las estructuras políticas tradicionales no quieran mejorar las reglas de juego de la política ni admitir más jugadores en ella, especialmente si esos nuevos jugadores son las organizaciones de la sociedad civil —y principalmente de las víctimas— de los territorios más afectados por un conflicto armado que ha sido instrumentalizado, precisamente, para la obtención de poder político.

Los riesgos son principalmente dos. Primero, que los políticos tradicionales busquen capturar las curules de paz cooptando alguna organización social de víctimas bajo la seducción de un poderío electoral clientelista. Segundo, que la mirada individualista y de corto plazo de algunos líderes y lideresas de los territorios impidan la configuración de coaliciones amplias que sobrevivan más allá de los dos períodos para los cuales está prevista esta figura transitoria.

El reto está en generar rápida y eficientemente amplios y profundos diálogos entre una pluralidad de organizaciones y plataformas sociales. Así, será posible estructurar acuerdos políticos fundamentales que permitan superar los riesgos y aprovechar esta gran oportunidad.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

*Profesor del programa de Ciencia Política y RR. II., UTB.

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