Si bien la cultura de la fracasomanía es vieja en nuestro país, últimamente esta se ha apoderado de muchos jóvenes. Para varios de ellos, en sus poco más de veinte años de vida, Colombia ha llegado a un alto grado de deterioro. Algunos jóvenes ven la historia con una visión de corto plazo, desconociendo los avances en los últimos 100 años. Tal vez llegaron tarde a la película y no se han tomado el trabajo de verla desde el principio.
Lo cierto es que Colombia tiene 200 años de vida republicana. Si bien en el siglo XIX los avances fueron pocos, en el siglo XX registró un gran progreso económico y social. Por ejemplo, la tasa de mortalidad pasó de 23,4 muertes por cada mil habitantes en 1905 a 5,5 en el 2000. La mortalidad infantil cayó de 186 muertes por cada mil nacidos a comienzos del siglo XX a 27 al final. La expectativa de vida al nacer de los colombianos creció de 39,5 años en 1905 a 73 años en 2000.
Si se toman el trabajo de conversar con una persona mayor de 50 años, probablemente encontrarán que sus padres o abuelos no podían estudiar en la provincia donde nacieron porque la cobertura del sistema educativo era muy baja. Los que tenían recursos podían trasladarse a los centros urbanos más importantes para poder terminar el bachillerato y la universidad era un privilegio de muy pocos.
En salud, seguramente encontrarán que algunos de sus abuelos o padres murieron jóvenes porque el acceso a un hospital era limitado y los servicios que prestaban eran precarios. Hace cincuenta años atrás, muchos morían por enfermedades que hoy en día son prevenibles gracias a elementos tan corrientes para los jóvenes de hoy como el agua potable y el servicio de alcantarillado.
Seguramente también se darán cuenta que hemos sido un país violento desde nuestra independencia. Que el siglo XIX estuvo plagado de guerras y que hubo hasta un periodo a mediados del siglo XX que se llamó La Violencia. Descubrirán que la inseguridad ciudadana no es un fenómeno del siglo XXI y su aumento viene desde los ochenta con la aparición del narcotráfico y el conflicto entre grupos armados de distintos bandos, en donde es difícil identificar a uno que esté libre de pecado como para tirar la primera piedra.
Colombia es un país que, como casi todos, tiene cosas buenas y malas. A pesar de los adelantos, también quedan muchas cosas por mejorar. Muchos de esos jóvenes que reclaman cambios hoy tienen una mejor base para llevarlos a cabo que las anteriores generaciones, precisamente por los avances alcanzados en las últimas décadas. Esos jóvenes tienen una mayor educación y mejor salud, ellos son más exigentes porque crecieron en mejores condiciones de vida. Ojalá que los jóvenes puedan construir el bienestar que anhelan y logren superar los resultados alcanzados por las anteriores generaciones.
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