Este mes, es sin lugar a dudas la época más linda del año, que tiene en el día de las velitas y en el recuerdo del nacimiento del niño Dios, la mejor celebración. Mes de los niños, presente y futuro de la humanidad.
La purísima concepción y el nacimiento de jesús , es cultura espiritual y dogma de la iglesia católica, de contenidos trascedentes, mensajes de amor, de justicia, de solidaridad con códigos éticos, guías de la sociedad.
No dudamos que en muchos hogares se siente la presencia de estos valores espirituales, base de la doctrina cristiana, empero, este eco social, no ha impactado a gran parte de nuestras autoridades, estos, representantes de la deshonestidad oficial, ajenos a las enseñanzas de probidad e integridad, que dejó jesús.
Es la época de las luces artificiales, belleza multicolor que adorna, por este mes, casas, calles, supermercados, avenidas, , pero, que no alumbra el alma de una sociedad en crisis, cerca de la deshumanización, que debe reconstruir su moral, para que se llene de paz y fraternidad.
En diciembre , resulta agradable escuchar, feliz navidad, que no debería ser una frase de rutina, sino deseo sincero, expresión de afecto, dictado del alma, para que la familia y la sociedad colombiana, alcancen las condiciones emocionales y materiales del buen vivir.
La felicidad es la excelencia en las relaciones humanas, respeto por la vida, por la integridad moral, por la naturaleza, por el medio ambiente, aprecio, solidaridad por todos los seres humanos, para lograrla solo bastaría, practicar el amor.
La felicidad debería ser un objetivo institucional y social, ella, es el mismísimo bien común, para construirla, creería, que deberíamos indagar, las causas de su inexistencia, preguntarnos ¿Porqué somos infelices? ¿Quiénes son responsables de ello?, ¿Desde cuándo, porqué?, y cual sería nuestro que hacer.
El actual estado de cosas tiene diagnósticos y soluciones, la sociedad las tiene, ha sido y está siendo estudiada por universidades, historiadores, filósofos, investigadores, basta consultarlos y leer los tratados de convivencia realizados por Nelson Mandela, Benkos Biojó, Luther King, Erich Fromm, Simón Bolívar, Platón, Aristóteles, Marx, entre muchos otros.
La felicidad necesita también, condiciones materiales de bienestar, acciones planeadas, que apunten a superar las graves y profundas desigualdades preexistentes, inequidad que coloca a nuestro país, como uno de los más desiguales del mundo.
La felicidad humana pasa por la eliminación de la pobreza, la redistribución del ingreso, por la reducción y eliminación del desempleo y por la eliminación de toda forma de violencia, transformaciones que no aparecerán espontáneamente, sino por la acción organizada y reflexiva de la sociedad.
La felicidad debería ser un proceso de mejoramiento continuo e integral de la calidad de vida de los colombianos, realidad que será, solo si se comienza a ser construida colectivamente, desde el Estado, desde la familia, desde el nosotros, que incluye el yo, solo así, podemos decir con regocijo, Feliz Navidad, no como una frase, ni un cumplido, sino como una realidad en construcción, de la cual debemos ser actores eficaces.
El mensaje de las espiritualidades y del Cristianimos, son fundamentales, para el cumplimiento de estos propósitos. Estos, repetido en todos los rituales, porque predicamos masivamente, pero practicamos escasamente. Si hiciéramos las dos cosas, de seguro que viviríamos en una sociedad distinta.
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