Columna


Los hijos de Cartagena

LIDIA CORCIONE CRESCINI

03 de marzo de 2020 12:00 AM

Cada vez que un matrimonio se encuentra en disputa, los que más sufren son los hijos. Debiendo soportar cruce de palabras hirientes, torpes, cantándose verdades y mentiras de acuerdo con su conveniencia.

Después de los altercados verbales, como quien no quiere la cosa, van apareciendo vestigios del maltrato físico, tiradas de puertas, golpes en la mesa, puños a las paredes, con la agravante de llegar a los golpes entre uno y otro.

Los hijos, espectadores, criaturas indefensas que obligados se vuelven esponjas y empiezan a absorber toda la batalla campal que enfrentan y, no conforme con eso, cada padre, dependiendo del fin perseguido, lucha por conseguir la custodia de sus hijos y al no lograrlo, empiezan a descabezar al muñeco de trapo, desmembrándolo poco a poco.

Verbigracia, la ley determina que la madre no es merecedora de la custodia a pesar que por derecho y natura lo concibió, el padre solo lo puede ver los martes y jueves en un horario de cuatro a seis de la tarde o viceversa.

El niño, perplejo e ignorante de todo lo que está pasando, muerto del susto y arrinconado, queda a merced de la decisión de un juez. Más adelante no hay psicólogo que pueda enmendar el lastre del rifirrafe creado por personas que tienen el mandato sobre él hasta cumplir la mayoría de edad.

Quiero hacer un llamado a toda la ciudadanía, a que lleguemos a un consenso de qué es lo que realmente necesitamos los hijos de Cartagena. A los que ahora nos representan en esta administración, fueron elegidos a dedo, como diríamos, en la urna, lo que implica una mayor responsabilidad por su parte (los hijos no eligen a sus padres para venir al mundo), pero los ciudadanos hijos de esta ciudad, sí elegimos a nuestros padres.

Confié en el rompimiento de las cadenas y así se dio, ahora, quiero ver correr como hija de esta ciudad que las cosas se vayan dando y así ratificar que sí se pudo. Entiendo que tratar de reorganizar y llevar al orden los descalabros existentes de secuelas inminentes y no desconocidas por ninguno, requieren de tiempo.

Confío en el progreso alcalde, espero que los que te acompañan sean comprometidos de forma transparente buscando el bienestar familiar de Cartagena, sin pensar por un momento en sacar beneficios propios. No conozco personalmente a ningún miembro del Concejo, pero sí sus funciones y ellos, también tienen la responsabilidad de cuidarnos para que salgamos avante.

Recomiendo como hija de esta gran familia, que no estemos en pugna permanente porque solo lograremos más atraso y nos pasaremos en amores y odios que, en este caso de ciudad, no aplica el divorcio bajo ninguna circunstancia.

*Escritora.

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