Columna


Los hombres que amaban a Avianca

ALFREDO RAMÍREZ NÁRDIZ

31 de enero de 2023 12:00 AM

Ustedes no se lo creerán, pero a raíz de mi artículo de la semana pasada poniendo en duda la idoneidad de Avianca para abrir una nueva ruta Cartagena-Madrid, sufrí una sucesión de correos en los que se me hacía víctima de todo tipo de críticas e insultos por dos señores a los que, por no llamar cosas más apropiadas a su condición, me permito nombrar con el título de este artículo. ¿Quién podría haberlo supuesto? Colombianos amantes de Avianca. No deben de ser usuarios frecuentes. O quizá no gozan del pleno ejercicio de sus capacidades sensoriales. Lo más probable es que no estén muy acostumbrados a otras aerolíneas y asuman que lo que en Colombia se sufre es lo normal en todas partes.

Por ponerles en situación y por seleccionar algunos de los epítetos recibidos: irresponsable, mentiroso, publica porquerías (esta me gusta especialmente, ojalá aparezca en mi epitafio), ignorante, insidioso... Más que afearme las críticas a Avianca, parece que me echen en cara haberles robado una novia. La mentalidad de los ínclitos queda en evidencia cuando uno de ellos indica que “algo lo mueve a atacar a Avianca (...) Algo se trae el tipo, creería yo...”. Es decir, cualquiera que critique a Avianca por necesidad ha de formar parte de una conspiración, de un contubernio malintencionado que odia a la compañía patria (¿patria?) por oscuros e irreconocibles motivos. Se ve que tanto en Colombia como en el extranjero varios millones de personas formamos parte de la susodicha conspiración y estos caballeros se enteran ahora.

No entro en más detalles de los correos recibidos, como las referencias al milagro de volar o las repetidas menciones a Dios (me perturba que en algo relacionado con la sustentación en los aires de una máquina de varios cientos de toneladas se apele tanto a lo divino), pero quizá el resumen del desvarío quede completo si les digo que uno afirma haberme considerado en el pasado como candidato a ministro de Educación y que, a raíz de mis críticas a Avianca, ha “perdido el baluarte”. ¿Dónde? Cabría preguntar.

En fin, lo que tantas veces les he transmitido en estas mis columnas: falta de asunción de lo que significa la libertad de expresión, carencia de tolerancia a las opiniones contrarias y, lo más deplorable, una completa incapacidad para percibir que mi artículo era una parodia, una broma, una crítica construida desde el humor. Y eso es lo peor de todo, carecer de sentido del humor. Nada demuestra mejor la inteligencia y su ausencia.

*Universidad Autónoma de Barcelona.

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