Columna


Los peajes

HORACIO DEL CASTILLO RESTREPO

18 de marzo de 2023 12:00 AM

Condenables las agresiones en contra de los peajes auspiciada por el autoelegido Comité No Más Peajes. El 15 de marzo se repitió la historia del peaje de Turbaco en el de Pasacaballos (localizado en la variante Mamonal-Gambote) en el que un grupo de sujetos quienes obviamente ni tienen automóviles ni pagan peaje, tenían días de protestar por el cobro y se produjo un enfrentamiento que terminó en la destrucción de las instalaciones de la caseta de cobro sin que mediara autoridad alguna, como ya es la costumbre en este anárquico país donde la gente cree que el uso de la libre protesta incluye todo tipo de vandalaje y abusos contra los derechos del resto de la población.

Desde que tengo uso de razón, siempre han existido los peajes en las carreteras y eran operados por el Estado y las vías eran mantenidas por el Ministerio de Obras Públicas. Todos los mayores recordamos el pésimo mantenimiento de las autopistas que permanecían llenas de cráteres peligrosos hasta que llegó la concesión por particulares y allí cambió todo. Hoy nadie puede negar que las carreteras operadas por empresas privadas están bien conservadas, resultando en mayor seguridad, ahorros en reparaciones y menor tiempo de desplazamiento.

Me da mucha curiosidad saber quiénes son los miembros de ese Comité No Más Peajes; cuáles intereses defienden; quienes los eligieron; cuánto le pagan a cada manifestante por día para que protesten en cuerpo ajeno y destruyan las casetas de peajes; si tienen alguna respuesta de dónde van a salir los recursos para mantener esas vías sin cobrar nada, pues en casi todos los países estas son mantenidas por quienes las usan; si han tenido en cuenta la opinión de los que queremos tener una buena malla vial para desplazarnos de manera rápida y segura en este país que tiene una de las peores redes de carreteras de América Latina, muy inferior incluso a las de nuestros vecinos. Por último, me dan risa los argumentos que esgrimen los protestantes de Ballestas cuando aseguran que el peaje de Pasacaballos les ha deteriorado su nivel de vida. No se acuerdan de la trocha intransitable que hasta hace pocos años tuvieron que usar para llegar a esta población; tampoco dicen que los pobres no pagan en sus motos y que cualquier estudio serio comprueba que el costo del peaje en un bus público impacta poco por pasajero o por kilo de carga en los camiones.

Se pueden buscar fórmulas para que el costo del peaje sea proporcional a la distancia recorrida, pero jamás se puede aceptar que un grupo de personas nos condenen al atraso y la mediocridad de volver a las vías del pasado para satisfacer sus mezquinos intereses particulares.

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