Columna


Malanga

WILLY MARTÍNEZ

28 de julio de 2021 12:00 AM

Salía con la manilla de béisbol apretada en el sobaco. Recogía a Rafa Martínez en el callejón Román. Su sueño era ser grandes ligas. En su afán de batear jonrones compró en el LED un bate Louisville que Lucho Díaz encargó a la casa matriz. Amaury de la Espriella “Malanga” tenía la disciplina de los buenos comerciantes. Cuidaba con rigor la plata y su negocio de lotería por la calle de la Iglesia. Se casó con Consuelo Cabrales, amiga de nuestra casa. Esther, mi hermana, la quiso entrañablemente y hasta el final de sus días la mencionaba a pesar de que el Alzheimer devastaba sus recuerdos. A Malanga en Manga lo querían mucho, pero como suele suceder con los amores y como lo hicieron cientos de familias, cambió su antiguo barrio por Bocagrande. Al mudarse llevó una maleta en la que guardaba unos zapatos blancos que trajo de NY, un pantalón y una camisa “Cubavera”. Consuelo no entendía por qué tanto cuidado con esas prendas. Hasta que al otro día lo vio salir vestido con ellas. Un amigo que se había ganado el premio mayor de la lotería lo invitó a “Crespo Mar”, preciso en los preludios de las fiestas novembrinas.

Se congregaba ahí un mujererío, era un lugar con pista de baile y orquesta. Malanga, que era buen bailarín, se tropezó con una reina popular que con “la salsa” y “el guaguancó”, casi lo desbarata.

Llegaron sus compinches “bien acompañados”. Pero no contaban que el evento estaba siendo transmitido por radio y en medio de las propagandas “Ño Justo”, el locutor, los ponía en evidencia y exclamaba entusiasmado : “Vestido con camisa caribeña y zapatos de postín, Malanga de la Espriella no se amilana ante la embestida de Tomasita 1a , sacando pases como los bailarines del Tropicana en Cuba”. En la casa de Malanga la muchacha del servicio escuchaba y fiel a su patrona gritó: “¡Venga a oír doña Consuelo, el patrón está de farra!”.

Consuelo llamó a las demás señoras, todas iracundas enviaron un mensajero y en una nota les dieron ultimátum para regresar.

El reencuentro fue fenomenal, la excusa ajustada a sus intereses particulares, el ganador de la Lotería les había dado parte del premio a Malanga, Joche Manzur, Carlitos y Albertico Vélez.

Ahora sí entendimos cómo salieron estos amigos de la pobreza deleitándose por los rústicos salones de “Crespo Mar”.

Al otro día Malanga tuvo partido de béisbol y en sus tres turnos al bate se ponchó. Salió del campo de juego cabizbajo pero no se cansaba de decir que Cartagena perdió con él un grandes ligas. Yo añadiría, que también a un afortunado y espontáneo bailador de guaguancó.

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