Columna


Malecón

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

11 de febrero de 2018 12:00 AM

Ni sombra de lo que fue. Así se expresó un expresidente de la Cámara de Comercio de Cartagena sobre lo que era la entidad antes de que Juan Manuel Santos la convirtiera en fortín político, al servicio de los primos García Romero, durante estos ocho años que sus conciudadanos no recordaremos con gratitud. Sabrá Dios cuántas maromitas ingenuas se cuecen en las dos casonas coloniales por mandato inapelable del creativo J. J.

Reconozcamos que de López Michelsen a Samper los presidentes respetaron la tradición apolítica de las cámaras de comercio. Nombraban sus representantes en las juntas directivas con criterio selectivo, sin poner ni quitar delegados como quien remueve guardas de rentas e inspectores de Policía.

El dudoso honor de haber roto la tradición le cupo al señor Santos, que hasta se tomó el trabajo de llamar a los directivos elegidos en asamblea de afiliados e inscritos para decirles por quién votar para la Presidencia Ejecutiva. No todo ciudadano resiste una llamada presidencial, por desprestigiado que esté el presidente.

A lo largo de dos semanas averigüé, con comerciantes y usuarios de los servicios camerales, si era cierto o falso lo de los cambios perniciosos en el funcionamiento de la exaugusta corporación.

La gran mayoría se lamentaba de que, en la actualidad, ejecutivos y directivos se sometieran a las órdenes de mandamases externos secundados por la Casa de Nariño. ¡Ah!, es que el presupuesto de la Cámara es de miles de millones de pesos, y si la sintonizan con otra sociedad dada en concesión por el Estado, el chorro de los rendimientos adquiere dimensiones de tsunami.

Es muy rentable utilizar la intriga como bien de capital, esto es, a falta de inversión con papeles comprados. Se gana mucho y se arriesga poco. La saliva y la intrepidez toman el lugar de las acciones y, de todos modos, los dividendos no pierden el camino.

El que ordena retroalimenta y a su casa llegan a recibir las instrucciones para la marcha de cada semana. No parecía que las cámaras de comercio fueran susceptibles de colonización política, ni de desconcertantes piruetas administrativas. Pero sí: las artes lícitas sucumben a las sinuosidades de la astucia.

No fue por coincidencia que 48 horas después de haber declarado el senador García Zuccardi que pondría más votos que nunca, se conociera (ayer) la noticia, un mes exacto antes de la elección parlamentaria, que la Cámara de Comercio Móvil iniciaba una tarea de inscripción y renovación del registro mercantil por 19 municipios del Departamento con sus corregimientos.

Dos pájaros con el mismo tiro: proselitismo y recaudos para la contratación futura. Un itinerario de campaña perfecto. Tan perfecto que no sabemos si se trata de políticos que hacen negocios o de negociantes que hacen política.

*Columnista

carvibus@yahoo.es
 

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