Columna


Manga dormida

RAFAEL TONO L.

23 de octubre de 2021 12:00 AM

Pareciera que desde la Alcaldía de Cartagena les hubieran rociado maranguango a todos los integrantes de Asomanga y demás habitantes de la isla, para que no molestaran más con el Puente Las Palmas, cuyo cierre por “desplome inminente” va camino de cumplir cinco meses, los mismos que llevan los tres puentes restantes que evitan que el barrio quede incomunicado, soportando milagrosamente el intenso tráfico vehicular, a sabiendas que todos ellos tienen serios problemas estructurales. Ya las airadas protestas e ideas de soluciones posibles que abundaron en los días inmediatamente siguientes al cierre, desaparecieron y no se vislumbra aún la solución definitiva, pero se habla de una temporal –provisional por 50 años–, como todas las cosas que en esta ciudad se hacen, cuando las hacen, porque nadie piensa en la ciudad del futuro, en donde no se planifica, ni siquiera en la llamada Secretaría de Planeación.

En Cartagena el parque automotor ha crecido exponencialmente, jalonado por los numerosos edificios que se han construido y se siguen construyendo, principalmente en Bocagrande, Manga y Pie de La Popa, en cuyos lotes había una casa con un vehículo u ocasionalmente dos, y ahora éstos albergan enormes edificios con 20-30 apartamentos, por decir algo, y dos o tres vehículos por unidad habitacional, lo que representa la abismal diferencia de 60-90 carros por predio, pero las vías son prácticamente las mismas que hace un siglo, con raras excepciones o bien cambios de uso en el mismo viejo trazado, como fue el caso de la avenida Pedro de Heredia, que fue ampliada en favor de Transcaribe, con singular disminución del espacio para vehículos particulares, ya que la idea era que los buses reemplazaran al carro particular, cosa que ha resultado una total mentira por diversos factores que no viene al caso analizar.

El problema de Las Palmas no es solo de los residentes de Manga, es de toda la ciudad, dado que la isla, precisamente por la falta de planeación, visión y nuevas vías, se convirtió en paso obligado desde o hacia el barrio más densificado de los tres mencionados, como lo es Bocagrande, en donde a pesar del caos imperante se siguen otorgando licencias para nuevas moles, más densificación y más carros con las mismas callecitas y la permanente dependencia de las coloniales calles Larga y Media Luna, que no me canso de recalcar, porque así seguirá siendo una quimera el progreso de esta sufrida ciudad y cada día será peor su calidad de vida.

Cinco meses ha sido demasiado tiempo para no hacer nada por el puente en desgracia y una eternidad para venir ahora con el cuento de la temporalidad, de lo que pretenden hacer. Esos meses eran más que suficientes para que una administración distrital eficaz tuviera ya definido un plan integral que solucionara, no solo Las Palmas, sino gran parte los problemas de Cartagena.

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