Columna


Los graves efectos de la contaminación con mercurio en el Sur de Bolívar

JESÚS OLIVERO

07 de octubre de 2022 12:00 AM

La Universidad de Cartagena ha estado evaluando los niveles de mercurio en el sur de Bolívar desde hace décadas y la contaminación se ha incrementado.

En el municipio de San Martín de Loba los habitantes tienen el maravilloso don de la amabilidad y la colaboración con el visitante; no obstante, todos están expuestos al mercurio, elemento altamente tóxico usado en la extracción del oro.

La situación es tan grave que el metal está presente en el agua, suelo, aire y los organismos que allí habitan, incluyendo las gallinas, y no se salvan ni las termitas. Es conocido que la exposición a mercurio produce muchas alteraciones fisiológicas en humanos, siendo de preocupación la pérdida neuronal y el deterioro motor y cognitivo. Hace falta un estudio epidemiológico en San Martín para identificar el tipo de impactos que la exposición al tóxico puede estar generando en la población, especialmente los niños.

A pesar de que Colombia es signataria del Convenio de Minamata, el cual prohíbe usar mercurio en minería y otras aplicaciones, nadie hace nada por cambiar la situación, eso allá en el sur de Bolívar que se lo lleve el diablo, dirán algunos. Además del mercurio, los habitantes tienen otros problemas, aparentemente no asociados con neurotoxicidad, pero tampoco es descartable. Un ejemplo es la pavimentación de la calle que conduce del casco urbano al puerto. Todo el mundo sabe que los árboles son fundamentales para contrarrestar los efectos del cambio climático, capturan dióxido de carbono, y ayudan a mitigar las altas temperaturas con la sombra de sus ramas.

En San Martín, esta obra incluye eliminar decenas de árboles centenarios para agregar una ciclorruta. Toda una contradicción. ¿Quién querrá andar en bici por allí con semejante solazo y calor excesivo sin la sombra de los árboles? Pasear por esta calle es uno de los pocos ejercicios de interacción con la naturaleza para el goce de los habitantes, pero los contratistas prefieren arrasarlo todo, sin poner a funcionar la mente para encontrar una solución alterna con plantas y ciclorruta.

Ojalá el gobernador saque unos minutos para comunicarse con al alcalde, le ponga a disposición sus asesores en cambio climático y lo convenza para detener la matanza y cambiar el diseño. Lamentablemente lo ocurrido en el sur de Bolívar también sucede a lo largo y ancho de Colombia, todo lo hacen al revés, cortando vida para tirar pseudo-carreteras y estadios, las joyas de los presupuestos.

¿Será que la contaminación con mercurio y otros neurotóxicos está tan generalizada que estamos perdiendo la lógica básica para tomar decisiones útiles para mejorar bienestar de la gente?

*Profesor.

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