“...sufría crisis como los antiguos filósofos que buscaban respuestas a la cuestión de cómo debía vivirse la vida”. Orhan Pamuk, pág. 97 ‘Una sensación extraña’.
Cartagena, vive miles de Mevlut; nace esta pequeña reflexión de una columna que escribió en abril nuestro colega Jose Villamil sobre la ‘cosmourbanización’, artículo que no puede pasar desapercibido y luego de haber leído los comentarios de los internautas, menos.
De Orhan Pamuk, su novela ‘Una sensación extraña’, podemos encontrar la explicación de cada uno de los 3 componentes del que nos habla Villamil. La vida de Mevlut puede ser la misma de cualquiera que llegue a Cartagena, sea por desplazamiento o buscando un mejor vividero en nuestra ciudad; no importa tener que vivir en chabolas como lo describe Pamuk, y que se va forjando alrededor de una vida familiar desarraigada y un amor casi imposible, pero que al final lo hace soñar. Esto explicaría la gravitación poblacional.
El dejar a las hermanas y al padre, la deserción escolar, es lo que pasa en una ciudad gravitada; el desaliento obliga a ser vendedor ambulante, informal y que al final, a pesar de las resistencias sociales, consigue alcanzar por lo menos una clientela que lo busca por la calidad de su ‘yogur’ turco. Se siente la aporofobia, pero no pierde su dignidad y no odia a nadie. A pesar de tantas dificultades debe levantarse con el sol o antes, para conseguir su diario jornal y nunca perder las esperanzas.
El tercer componente ¿ciudad fallida? Se preguntó uno de los internautas comentaristas de la columna de Jose Villamil, ¿que si era necesario ser una megalópolis para declararse una ciudad ingobernable y fallida? Considero que no. Porque cada uno de sus componentes los tenemos en la ciudad de un millón de habitantes a la que nos han caído todas las plagas de Egipto y Corintios (https://bit.ly/cosmourbanizacionJV). No tenemos ni gobernabilidad, ni gobernanza ni el más mínimo sentido de la administración de lo público. Por supuesto, salir y delinquir es lo que le queda a mucha gente para sobrevivir, se traduce en inseguridad. No se genera empleo calificado, mucho menos para una ciudad costosa que poco ofrece en calidad de vida, ni se tienen ingresos aceptables o mínimamente dignos, traduce rebusque. Pues mi respuesta sigue siendo, sí; no se necesita ser una megápolis para ser una ciudad fallida. Como dice Pamuk, ”...se preguntaba Mevlut Karatas cuando ya había envejecido al lado de Samiha: la sensación del miedo a haber desperdiciado su vida, a haber vivido en vano. Mevlut no alcanzaba a decidir qué decirle a la ciudad al respecto”.
Los ciudadanos también queremos hablarle a la ciudad que por muy poca o muchas oportunidades nos haya dado, algo queremos decirle a nuestra ciudad. Buscando sobre la cosmourbanización, no pude sustraerme a Pamuk en la obra que he citado y para remate, componentes parecidos he encontrado ‘Las noches de la peste’, su última novela. Dios, quiera Dios, que soplen mejores tiempos con el nuevo e inédito tipo de gobierno que vamos a tener en Colombia. Construir no destruir.
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