Miguelito Cruz Lequerica es un personaje pintoresco, que se mueve como pez en el agua por el Centro Histórico. Está en todas partes como el Espíritu Santo y es un auténtico correcamino entre callejuelas y plazas. En el mundillo político ha sido por años el mejor pega afiches del villorrio y es reconocido estratega para tapar las propagandas de los contrarios.
Es bajito, delgado y come años, tiene un rostro como casa histórica remozada, todos saben que es antigua pero aparenta lo contrario. Es leal y no hay encargo que no pueda cumplir, desde muchacho venció las más difíciles pruebas, por ello Jorge Mendoza Diago, que fue su profesor, se extrañaba de ver cómo en los exámenes sacaba las mejores notas, pero cuando lo pasaba al tablero le daba una pataleta y alegaba ser alérgico a la tiza. Mendoza descubrió que sustraía por una ventana del colegio las preguntas y lo bautizó con el remoquete de “Malditidad”, todavía algunos lo identifican así.
Se pensionó en Colpuertos donde fue protegido de Luis C. Guerrero y en la transición portuaria el Capitán Salas no tuvo la oportunidad de conocerlo, perdió para la Sociedad Portuaria a un empleado con talento.
Estando de Embajador en Jamaica recibimos una llamada de inmigración, un oficial iba a deportarlo por no tener visa, llegó en un barco procedente de Cartagena, no hablaba inglés ni conocía ese país. Lo asistimos y pudimos lograr su ingreso después de vencer los obstáculos en el puerto. Participó en una fiesta cuyo protagonista fue el Michi Sarmiento y como invitados especiales el legendario Freddy Macgregor y el velocista Usain Bolt. Miguelito entusiasmado bailó Reggae con una jamaiquina parienta de Bob Marley que botaba fuego por las caderas, no resistió esa embestida, pero fue Bolt quien sin mayor esfuerzo culminó magistralmente el desafío.
Miguelito tiene condiciones naturales para moverse en lo público, su asombrosa capacidad de gestión constituye un apoyo para los gobernantes. No conocía sus relaciones con el clero, ni hasta dónde podía llegar su arrojo. Lo vimos dentro de un confesionario repartiendo bendiciones y a un lado una mujer espiaba sus culpas mientras Miguelito la conminaba a votar por un candidato a la Alcaldía y le exigía número de celular, cédula y dirección.
No exagero. Miguelito es un cartagenero diferente, servicial y buen amigo. Este 1 de junio, cuando se conmemoraban los 486 años de la fundación de Cartagena, salió agitando la bandera cuadrilonga y cantando el himno frente a la Alcaldía. Cuando un hombre ebrio gritó que se vaya Pedro de Heredia, replicó: ¡Y que se quede Pedrito Pereira!
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