El turismo está convertido en un formidable dinamizador de la economía global y los países que le han apostado de manera decidida y con políticas públicas claras y vinculantes, recogen provechosos frutos.
Dos ejemplos: España y México. El primero recibió 82.6 millones de visitantes en 2018 –gastaron 90 mil millones de euros- con un aumento de casi 10 % en comparación con el año anterior, mientras al país azteca llegaron más de 17 millones de turistas extranjeros en el primer semestre del mismo año, dejando divisas por 9.7 mil millones de dólares.
Colombia logró que unos tres millones de extranjeros visitaran su territorio el año pasado, una cifra récord que no se compara con las de España y México pero que muestra un movimiento ascendente en materia de viajeros hacia el país en plan de turismo. En lo doméstico –colombianos haciendo turismo en el país- también se ha crecido de forma significativa y las proyecciones futuras son especialmente halagadoras.
Atrayente cultura, todos los climas, dos mares, playas, islas, desiertos, ciudades y sitios patrimonio, páramos, selvas, ríos en abundancia, comida típica, carnavales y fiestas populares que desbordan ingenio creativo, hacen parte del inventario de disfrute de Colombia.
¿Es hora entonces de hacer realidad el Ministerio de Turismo? Sería esta una entidad encargada de diseñar, coordinar y ejecutar las políticas públicas para este importante renglón de la economía que tiene que ver con los viajes, la diversión, la gastronomía, las compras, los espectáculos, las convenciones. Esta propuesta ha estado sobre la mesa en diversas ocasiones pero termina naufragando siempre sin que se realice un debate serio y profundo sobre su conveniencia e implicaciones. Importantes empresarios, dirigentes gremiales, funcionarios de alto nivel sostienen que la idea está madura, ahora más que nunca, destacándose indicadores que muestran el turismo como el segundo renglón de la economía nacional, la generación de empleo y divisas que logra y sus aportes a una convivencia más armoniosa entre los colombianos.
Es de advertir que el turismo masivo, sin planeación y extremadamente permisivo, puede volverse depredador hasta convertirse en una seria amenaza para el medio ambiente y el patrimonio, lo que obliga a implementar un marco regulatorio y normativo que garantice las buenas prácticas y un buen tránsito hacia la consolidación de Colombia como destino de categoría mundial. El Ministerio de Turismo orientaría la marcha por ese camino que se avizora, porque el flujo de turistas extranjeros hacia Colombia seguirá creciendo en el curso de los próximos años y debemos estar preparados no solo para tener la casa en orden sino para trazarles pautas a los visitantes y a quienes tienen la responsabilidad de atenderlos como clientes en el país.
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