Columna


Nacionalismo y populismo

JORGE TIRADO NAVARRO

28 de febrero de 2017 12:00 AM

Las elecciones de este año en Francia y Alemania son decisivas, pues en esos dos países surgieron candidatos de extrema derecha con posibilidad de triunfo, y después del Brexit y la victoria de Trump, podrían marcar un giro de las potencias occidentales hacia un populismo de derecha que rechaza el libre comercio, restringe el flujo de inmigrantes, se nutre del miedo al terrorismo, y expresa desdén por los controles y la segmentación del poder propios de la democracia representativa.

No es un tema menor, pues está en juego el orden democrático surgido en la posguerra, para ser reemplazado por el nacionalismo y la xenofobia, el rechazo de la integración política y económica, el desconocimiento del principio de que los derechos de las minorías no deben ser afectados por la voluntad omnímoda de las mayorías, y el rompimiento del paradigma que defiende un orden mundial multilateral –materializado en las Naciones Unidas-, para reemplazarlo por relaciones bilaterales que dan primacía a intereses coyunturales.

Esos movimientos radicales se nutren del descontento en zonas rurales y ciudades pequeñas e intermedias, en las que se concentra la población con menos educación, con servicios públicos de regular calidad, casi siempre coincidentes con quienes han derivado menos beneficios de los bienes y servicios que dispensa la globalización.

En el caso de Trump, no se sabe aún como garantizaría la seguridad internacional, pues sólo ha dicho que pretende cerrar las fronteras a los nacionales de países ‘sospechosos’ como estrategia contra el terrorismo. Esta especie de chauvinismo desconoce que el aislacionismo le impediría controlar con eficacia los desarrollos nucleares de Corea e Irán, afrontar los desafíos en seguridad que plantea el Estado Islámico, reduciría su influencia en Latinoamérica, y le quitaría liderazgo en la solución del conflicto de Israel y Palestina.

Más aún, el patrioterismo no es una fórmula eficaz para un adecuado gobierno global, pues para luchar contra el calentamiento del planeta o para replantear la lucha contra el narcotráfico -hasta ahora inocua- se requiere liderazgo transnacional y el concurso de muchas naciones. Así, es posible que el nacionalismo y el populismo que sirven para ganar elecciones en casa, termine siendo un camino expedito para perder relevancia en la aldea global, ahora que Rusia y China están expectantes para ganar terreno en el concierto internacional.

Merkel o Schulz deben superar a la derecha en Alemania, con la misión de liderar la recomposición de la Unión Europea, para mantener un eje occidental que recupere la confianza en el Estado de Derecho y la democracia liberal, sirviendo de contrapeso al odio y la sinrazón que proliferan en el mundo.

*Abogado y Filósofo

jat2183@columbia.edu

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