Columna


Ningún caído del zarzo

RODOLFO SEGOVIA

21 de noviembre de 2020 12:00 AM

El presidente Iván Duque no es ninguna marioneta caída del zarzo, como una cierta oposición ha querido retratarlo. Se equivoca. Su patrocinador fue el expresidente Álvaro Uribe, y con él comparte ideas, pero eso no lo convierte en muñeco de ventrílocuo. Por eso choca tanto con un sector de su partido. Mientras más rápido sus adversarios digieran esa verdad, mejor podrán afinar su puntería. Poco aprovecha dispararle a una caricatura.

Los hechos están a la vista. Mientras lo disfrazaban de cerdito dócil, Iván Duque ha ido construyendo una mayoría parlamentaria y, hecho notable, un montón de gobernabilidad. Muchos pensaban que no lograría ni serenar disidencias cerreras dentro del Centro Democrático. Y es notable también porque para acumular adherentes ha untado muy modestas porciones de mermelada. Nada parecido a la tostada chorreando de otras administraciones. Se le otorga parte del crédito a la señora ministra del Interior, Alicia Arango, que ha muñequeado con paciencia. Pero mucho es fruto del talante amable y equilibrado del presidente, que en medio de la polarización en que se quiere sumir a Colombia, es un faro de buen ser.

Votación tras votación la sólida mayoría de Duque se ha venido imponiendo. La conforman el Centro Democrático, el Conservatismo, Cambio Radical, casi toda la U, los partidos religiosos y muchos liberales. Han elegido defensor del Pueblo, contralor, procurador, fiscal, jueces de la Corte Constitucional, todos amigos del Gobierno.

Además, zozobró la moción de censura al ministro de Defensa. Por otra parte, hacen carrera los proyectos de ley impulsados por el Gobierno y no se vislumbran fisuras. Y es probable que con los previsibles cambios ministeriales de enero se consolide todavía más la coalición. En lo único que no acompañan todos al presidente es en interferir con la paz como quedó pactada.

Las fuerzas alrededor del presidente Duque constituyen el gran núcleo de la centroderecha colombiana, que aspira a permanecer en el poder y que nada tiene de extrema derecha, el remoquete que tratan de endilgarle. Congrega, aparte del Centro Democrático, buena parte del establecimiento político, con sus clientelas y corruptelas. Es una hueste formidable. Nada tiene que envidiarle a los piratas coaligados bajo las banderas de De Pointis, que Don Sancho Jimeno hubo de enfrentar con poca suerte en 1697. No sorprendería el que de ahí salga un candidato presidencial unido para la primera vuelta en 2022. Álvaro Uribe lo ha propuesto. Ya se verá. Faltan muchos egos por lidiar.

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