Columna


No más pleitesía a políticos

MARÍA CRISTINA PAREJA CRISMATT

10 de abril de 2018 12:00 AM

Una de las tantas herencias coloniales es que nuestros políticos se creen reyes o reinas al ser elegidos y los empleados públicos se mueven como cortesanos.

El 2019 celebraremos 200 años de Independencia y ya es hora de aceptar que Colombia es una democracia, y para ser más precisos, que somos por fortuna una democracia capitalista.

El comunismo fracasó, el ejemplo más lamentable y reciente está justo al lado y muchas de sus víctimas viven ahora en nuestro país, así que podemos oír los testimonios de ellos.

El capitalismo es por el contrario el mejor sistema económico probado. Mientras no aparezca un economista que proponga un modelo que supere al planteado por Adam Smith en su libro ‘La riqueza de las naciones’, seguiré pensando que la única manera de generar riqueza y bienestar es a través del esfuerzo de los empresarios de todo tamaño, que trabajan duro para producir bienes y servicios, que generan empleo, que contratan créditos, pagan impuestos, gastan (de acuerdo a su nivel de ingresos), invierten y ahorran.

Le pagan impuestos a un Estado que debería estar invirtiéndolo sagradamente, para que todos transitemos por vías decentes, tengamos educación y servicios de salud de calidad, adecuados servicios públicos, infraestructura y condiciones que permitan que los empresarios puedan seguir generando riqueza, que es lo que ellos saben hacer.

Nuestros políticos, en cambio, además de creerse reyezuelos, solo producen gastos y los que son corruptos crearon en nuestro país un estrato social con personas sin la garra empresarial y sin ética ni vocación para lo público, que se sostienen de robar lo que los empresarios le han pagado al Estado (es decir, mafiosos que trafican con la contratación estatal) y que gastan como si fueran miembros de la corte de Luis XVI y María Antonieta.

La perversidad de esta nueva mafia logró manipular a un buen número de ciudadanos marginados, haciéndoles creer que el enemigo es el empresario capitalista y que todos los males económicos y sociales de nuestro país son causados por su supuesta avaricia.

Si queremos cambiar el rumbo, garantizar una infraestructura y un entorno para que los empresarios locales se quieran quedar y que los de afuera quieran venir a arriesgar su capital, y ver progreso y bienestar, debemos frenar la mafia política en las urnas, pues son sanguijuelas que nos chupan la sangre desde hace rato. Dejemos de rendirle pleitesía a los políticos y empecemos a exigirles cumplir su deber. Así ganamos todos.

PD. Conozco muchos políticos y empleados públicos honestos, con vocación y liderazgo, que viven bien de su salario como servidores del Estado y muchos empresarios que fueron exitosos en lo privado, que se convirtieron en políticos o empleados públicos para servirle a sus comunidades. A ellos, mi respeto y gratitud.

 

MARÍA CRISTINA PAREJA*
 

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